No es la historia, es cómo se cuenta. En el caso del cuento La hora mengua de Rómulo Gallegos, que ha sido llevado a escena varias veces, la versión de Orlando Arocha atraerá a públicos de todas las generaciones.
Para empezar, el decorado montado en el Teatro Chacao de Caracas sitúa al público en la cocina de una casa de principios del siglo pasado, teniendo en cuenta todos los detalles. Se siente como si estuvieras entrando en la casa de un extraño para saber qué dicen los residentes.
En segundo lugar, la iluminación es adecuada para cada escena, donde se resalta o ilumina dependiendo de los personajes.
Las actuaciones de Elaiza Gil, Crisol Carabal y Gabriel Agüero convencen de principio a fin sin gestos melodramáticos que resten potencia a la historia, lo cual no es fácil, pero sucede muchas veces en la vida real. Para finalizar, la sinceridad del niño Sebastián Rojas completa la maravillosa puesta en escena.