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Sepultado y olvidado por la historia se encuentra este notable escocés que luchó en nuestra Gesta de Independencia americana al lado del Generalísimo Francisco de Miranda y del Libertador Simón Bolívar, y que años después se convirtió en uno de los fraudes más audaces e intrépidos de la historia de América Latina: Sir Gregor Mac Gregor (Edimburgo, Escocia,1786- Caracas, Venezuela,1845), un personaje ficcional de novela, sin duda alguna.
Era, oh paradoja, un héroe extraordinario y un bribón de siete suelas. Capaz de derrotar a los españoles en las más difíciles circunstancias, pero también muy competente para inventar republicas artificiales, para engañar a incautos y hacerse de una formidable fortuna a costa de los crédulos e ingenuos seres humanos de comienzos del siglo XIX.
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Este personaje novelesco nació en Edimburgo, Escocia, en 1786. De 16 años de edad ingresó a la Armada Británica, institución que lo marcó con los sables y bayonetas hasta el fin de su agitada e increíble vida en Caracas en 1845. Estudió química en la Universidad de Edimburgo y prestó servicio militar en Portugal y España, donde obtuvo título de nobleza como Coronel.
Josefina Aristigueta y Lovera, esposa de Mc Gregor
Se dice que fue contratado por Miranda o por Bolívar en Londres en 1810 para enrolarse en la lucha de las colonias españolas por su libertad. A finales de 1811 está en Caracas ‘Los salones caraqueños’’, afirma el historiador Tulio Arends, ‘‘se disputan la figura apuesta del segundo escocés que llegaba a Venezuela (el primero había sido Robert Semple, quien publicó un libro sobre su viaje). El recién llegado se presentaba como Sir George Mac Gregor, lucía su título de Coronel y una condecoración con una cruz de diamantes. Tenía finos modales de sociedad y una sólida cultura. Hacía gala de conocimientos adquiridos en la Universidad de Edimburgo y se había traído una biblioteca de mil quinientos volúmenes. Llegó a Caracas con su secretario, su músico (para tocar el piper escocés) y cuatro criados. Trajo dinero contante y sonante, se proponía construir su residencia en Caracas y tal vez fue el primero que trajo el whisky a Venezuela’’, es saludado por la prensa, La Gazeta de Caracas. Prontamente combate a las fuerzas del realista Monteverde a las órdenes de Miranda.
El año siguiente fue de gran fortuna pues fue ascendido a general y casó con una prima del futuro Libertador, Josefa Aristigueta y Lovera. Al caer la Primera Republica viaja a Cartagena, Reino de Nueva Granada, participa en la Campaña del Magdalena y toma la ciudad de Bogotá. Luego desaloja a los realistas de Pamplona y Cúcuta. En 1815 defiende sin éxito a la sitiada Cartagena, y luego se refugia en Haití. Allí se prepara, con el respaldo del presidente Petión, la Expedición de Los Cayos en 1816, al mando del Libertador. Ya en Venezuela pone en fuga junto a Mariño y Piar a los españoles en oriente en 1816. En Onoto y Quebrada Honda derrota a Juan Nepomuceno Quero y en Los Alacranes a López. Con el curazoleño general Manuel Piar vence en El Juncal a Morales.
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Es en este momento cuando comienza la vida más insólita y extravagante de este escocés: marcha a los Estados Unidos donde entra en contacto con los eminentes patriotas Pedro Gual, Lino de Clemente y Juan German Roscio.
La República de Las Floridas, 1817
El flamante escocés, ahora con el título de «Brigadier general de las Provincias Unidas de la Nueva Granada y Venezuela, y General en jefe de los ejércitos de las dos Floridas», procedente de Charleston, Carolina del Sur, toma con poca resistencia y proclama la República de Las Floridas, situada en la isla de Amelia, vecina al actual Estado de Georgia, en 29 de junio de 1817, y proclama su libertad de España tomando como nombre República de Las Floridas. Se imprime un periódico llamado El Telégrafo de Las Floridas, primer periódico floridano de idioma español. Allí flameó, por increíble que parezca, la bandera tricolor de Venezuela por algunas semanas, pero también se eleva una bandera blanca con la Cruz Verde de la Florida. Es un hecho comentado por la prensa mundial entonces.
Todo termina en rotundo fracaso por la indisciplina de soldados haitianos, corsarios y aventureros que se dieron cita en esta república etérea. Mc Gregor, en medio de un brote de fiebre amarilla, la abandona en septiembre dejándola en manos del corsario franco mexicano Luis Aury, quien redactó una rudimentaria y muy liberal constitución en Amelia. Lucharía Aury después por la independencia de Texas.
Los soldados enviados por el presidente Monroe atacan a los que ellos llaman “bandidos corsarios” y los hacen huir desordenadamente, hasta que el 23 de diciembre cae la isleña y minúscula República, para gran enojo de Bolívar, quien se hallaba en Angostura organizando la naciente Republica. Acusa el Libertador a Estados Unidos de apoyar a los colonialistas españoles con ese inamistoso gesto. Bolívar argumenta que Estados Unidos violó su neutralidad apoyando a los españoles y les reclama el abandono de sus ideales de libertad por los que había luchado.
El Inca de Nueva Granada, 1819
Años después, en 1819, desembarca Mc Gregor con seis buques y 500 hombres en Panamá, procedente de Gran Bretaña y pone en fuga a los españoles, quienes contraatacan haciéndolo huir a Río de Hacha, en donde asume el pomposo título de Inca de Nueva Granada, una denominación que nos evoca al generalísimo Francisco de Miranda. El relajo impide la consolidación de este reino vaporoso. Es atacado por los españoles, por lo que deberá huir a Santo Domingo. Regresa por la isla de Margarita a Venezuela en 1820.
El Cacique de Poyais, 1820
Toma Mc Gregor ruta hacia Nicaragua en 1820, donde negocia un gran lote de terreno de 32.000 kilómetros cuadrados con el rey de los indios Misquitos, George Frederick, que era también un rey ficticio, apoyado por los ingleses, y se hace llamar Alteza Real el Príncipe Gregor I, Cacique de Poyais. Vuelve a Irlanda Escocia, Inglaterra y Francia donde se dedica con pasión, dice Tulio Arends, a la más increíble de sus empresas: con solo los dudosos títulos de tierras lejanas y desconocidas, utilizando sus relaciones y su capacidad persuasiva y publicitaria obtiene un crédito de 200.000 libras esterlinas. Logró colocar 1,3 millones de libras en bonos, con una rentabilidad del 6%
Es un país de la nada, dice el novelista y exvicepresidente nicaragüense Sergio Ramírez, sacado de la imaginación. La próxima novela de Ramirez tiene como base histórica el País de Poyais nicaragüense.
Imprime Mc Gregor una fantasmal moneda de Poyais en Escocia
En 1822, agrega Ramírez, Mc Gregor hace publicar un lujoso prospecto de cerca de 400 páginas donde se describe la naturaleza paradisíaca del país de Poyais, la fertilidad inagotable de sus suelos, propios para criar ganado, sembrar trigo y cultivar la vid, la inagotable riqueza de sus bosques de maderas preciosas, sus recursos minerales abundantes en oro y plata, las bondades de su clima exento de ciclones y otras molestias climáticas, y libre también de mosquitos y otras perniciosas alimañas; lo mismo que se detallan las maravillas de la capital, Saint Joseph, con sus hermosos edificios neoclásicos, sus calles pavimentadas tiradas a cordel, sus plazas, sus teatros, y sobre todo, su célebre ópera.
Organiza el envío de cuatro buques con incautos colonizadores, que resulta un completo fracaso. La mitad de estos ingenuos colonos morirá a la brevedad. Se forma un tremendo escándalo que lo hace huir a París. Regresa a Escocia donde redacta una insólita y curiosa Constitución para el Territorio de Mosquitia, en 1836.
Monedas de la efímera Republica de Las Floridas, Caricaturas que ridiculizan al País de Poyais
Muchos ingleses y franceses se creyeron el cuento del país de Poyais, muriendo a los pocos meses de sus llegadas de enfermedades tropicales y desnutrición. A finales de 1822 se produjo una catástrofe en Mosquitia. Los primeros barcos con inmigrantes llegaron al Río Negro, donde debería de haber estado la capital del vaporoso país. No hallaron ni puerto ni capital de Poyais y los empobrecidos indígenas no podían darles suficiente comida a los recién llegados. Muchos de los nuevos colonos murieron y los sobrevivientes fueron evacuados por una expedición en abril de 1823 que había oído rumores en la colonia de Honduras Británica. La marina inglesa detuvo otros barcos de emigrantes. Los primeros colonos decepcionados regresaron en otoño de 1823 al Reino Unido. El 8 de julio de 1824 la nueva República de Colombia declaró por decreto que no existía tal estado. Pero la influencia de MacGregor aún era suficientemente grande para evitar un escándalo público. Al contrario, logró vender más acciones en 1825 y 1826 gracias a su grande y magnético poder de convicción.,.
Viéndose acorralado por los acreedores y la desventura, se refugia en Venezuela, se naturaliza y reincorpora al Ejército, le pagan los sueldos caídos desde 1820. Enviuda y publica su autobiografía con el título Exposición Documentada. Casi ciego se dedica a introducir a Venezuela la planta de la morera y el gusano de seda. Los restos de este patriota, Maestro masón e ingenioso estafador, lo cual sin duda ha contribuido a borrarlo de la memoria. Ningún país, dice Mateo Brown, lo reclama como su héroe ni siquiera Escocia. Sus restos mortales reposan en el Panteón Nacional de Venezuela.
El británico Matthew Brown, investigador de la Universidad de Bristol, Reino Unido, nos dice de Gregor Mc Gregor: “Este artículo examina las prácticas de reclutamiento, las propuestas políticas y las identidades cambiantes del aventurero escocés Gregor Mac Gregor en el Caribe de principios del siglo XIX. Basado en la investigación de archivo original y la revisión de la literatura secundaria existente, busca comprender por qué ha sido juzgado constantemente como un fracaso, y por qué ni Escocia ni ninguno de los países en los que Mac Gregor trabajó han querido reclamarlo como su propio héroe.
Después de una introducción que proporciona detalles biográficos y un contexto histórico para el Caribe en el período 1811-1830, el artículo analiza en detalle lo que se ha visto cómo sus éxitos y fracasos en la región del Caribe. Se pregunta hasta qué punto las cuestiones de etnicidad o masculinidad han afectado la forma en que los contemporáneos e historiadores vieron a MacGregor y sus acciones. En conclusión, sugiere que aunque fue soldado y marinero, y fue declarado tanto inca como rey, su carrera fue considerada un fracaso tanto por contemporáneos como por historiadores en Escocia, América del Sur y el Caribe. La principal explicación de esta evaluación negativa es que sus ambiciones continuamente caían en conflicto con los intereses de varias élites caribeñas y con las circunstancias históricas distintivas de la región.”
Esta increíble historia de Mc Gregor ilustra la desmedida capacidad de los seres humanos para creer en mundos imaginarios inexistentes. Parece que no es solo patrimonio de nosotros los latinoamericanos, sino que inclusive los muy flemáticos ingleses y los muy cartesianos franceses se creyeron sin examen crítico la existencia de aquel mítico País de Poyais que solo existía en la mente del patriota escocés y sus numerosos secuaces.
Las construcciones imaginarias acompañan a la humanidad desde hace milenios. En la Edad Media era popular la creencia de que existía el Reino de Preste Juan, una mítica nación cristiana perdida en medio de paganos y musulmanes en el lejano Oriente; el navegante genovés Cristóbal Colón firmemente creyó llegar al Paraíso Terrenal al llegar en su tercer viaje a las costas de la península de Paria, Venezuela; El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha se inventa la Ínsula Barataria designando como su gobernador a su escudero Sancho Panza. Hogaño los físicos creen que existen universos paralelos al nuestro, habitados por personas que llevan nuestros nombres y apellidos y un físico corporal idéntico al nuestro. Es que los seres humanos poseemos una capacidad y facultad simbolizadora que nos conduce a una irremediable poética simbolizadora, nos dice Gilbert Durand en Las estructuras antropológicas de lo imaginario, 1960.
Todo es muy hermoso y es parte de nuestra humana sensibilidad, pero cuidémonos de los malintencionados Mc Gregor de hogaño. Más aun en estos tiempos electorales en Venezuela.
Luis Eduardo Cortés Riera
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