Expresar algo del gigante mexicano Octavio Paz en un espacio tan reducido es una tarea titánica.
Su contorno evoca las visiones más diversas, profundas y dilemáticas de un modo de vida complejo, abundante y siempre conflictivo.
La Ciudad de México lo vio nacer el 31 de marzo de 1914; En la fecha del desastre mundial, todo estaba alborotado en su patio interior. Tuvo una influencia decisiva en su personalidad desde muy temprana edad.
Al inicio de su trayectoria intelectual, Paz fue un feroz crítico del positivismo en la moda.
Su despertar literario fue temprano, por primera vez vio el arte como militancia.
En este sentido, la Guerra Civil Española hizo de él un alma amante de las hazañas nobles, en el libro «Raíz del hombre» y «¡No pasarán! ¡Cómo este grito llena todo el aire y lo convierte en un muro de electricidad! /Paren el terror y las mazmorras/ Que sea joven en España/ La vida real/ Sangre alegre/ Delicadeza feroz del mundo libre/ ¡Paren la muerte, camaradas!”
Paz abandonó rápidamente este método de desarrollo de su poética, que estaba asociado a alguna consigna política.
Su próxima apuesta es una voz con acento erótico, sensual y sincero. Encontramos una voz más existencial, surrealista y esotérica en su extensa obra literaria.
Sin embargo, por si fuera poco, Paz también fue un maestro del ensayo además de un gran poeta. Destaca en este género el siempre recomendado Laberinto de la Soledad, publicado en 1950; Aunque sirvió como una radiografía de la identidad nacional mexicana, su diagnóstico preciso y su análisis tentativo adquirieron estatus universal.
En otras palabras, el “Laberinto de la Soledad” fue en muchos sentidos un personaje caracterizado por un complejo de inferioridad y un pesimismo paralizado y derrotado en los tiempos de nuestros pueblos latinocaribeños.
La personificación pachuca del laberinto de la soledad va más allá del significado de las máscaras, los muertos, las huellas de la malinche en el proceso de conquista y colonización, todo ello sin ignorar el peso de la independencia y la revolución del norte. país.
La psicología profunda y el descubrimiento de la inteligencia mexicana son su base a la hora de medir a un pueblo proclive a los «chingones y agachados», hijos de la violencia desgarradora de opresores y oprimidos. invasor.
Merecedor de muchos elogios -demasiados para contarlos por razones obvias-, el escritor mexicano ganó el Premio Nobel de Literatura en 1990.
En su largo recorrido de pensamiento político, Paz pasó de la comunicación con ideas socialistas e incluso anarquistas en su juventud a posiciones más cercanas al liberalismo «no bárbaro», ya en la mitad y al final de su interesante vida.
Sin embargo, admitió repetidamente que era enemigo de cualquier totalitarismo y partidario de la revolución.
Paz falleció el 19 de abril de 1998 a la edad de 84 años.
Hoy lo recordamos a 110 años de su nacimiento.
Recordamos también el polémico ícono de aquel pensador inconformista y crítico; Destacó que «Estados Unidos sigue cumpliendo con el futuro, no con la tradición».
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