Si clasificar a un Mundial de fútbol ha sido el sueño imposible que persigue la selección Vinotinto cada cuatro años, la Copa Libertadores y la Copa Suramericana son los santos griales inalcanzables que los clubes nacionales buscan sin éxito, ante rivales que cada vez abren una brecha más amplia y muy por encima. Los representantes de la Futveligaen en presupuesto, en cifras con cartel internacional y en propuestas de juego.
Independientemente de los rivales que le depare el sorteo de ambos campeonatos a las selecciones, el desafío que tienen Deportivo Táchira y Caracas en la Libertadores, y Metropolitanos y Rayo Zuliano en la Suramericana, es mostrar avances significativos que puedan confirmarse ante los ojos del país. donde el fútbol nacional es más que la Vinotinto y su legión de futbolistas que juegan con mayor o menor riqueza en ligas extranjeras.
Los clubes nacionales deben demostrar con lucha, planificación tácita y resultados que también hay que estar atentos a lo que pasa en la Conmebol con el rojinegro de Eduardo Saragó, el rojo abulense de Leo González, el violeta de José María Morr y la joven y prometedora institución zuliana bajo mando. de Elvis Martínez, uno de los mejores defensores zurdos del país, que disputó la Copa Libertadores con ULA, Caracas, Estudiantes de Mérida, Táchira y Unión Atlético Maracaibo.
Táchira de Saragó es la mejor expresión del fútbol nacional de los últimos años. No sólo por ser el campeón con un récord de invicto que duró 34 partidos, sino por los conceptos de juego que el técnico capitalino supo inculcar a su equipo. Aurinegro volvió a sus raíces.
Con Saragó al frente recuperó la esencia de su juego combinado que marcó una época en los años ochenta, cuando su juego a ras de suelo y el dominio de los rivales mediante la posesión del balón le convertían en el máximo referente del fútbol nacional.
Cuando la Vinotinto sólo padecía reveses, el Táchira de Carlos Maldonado, William Méndez, Laureano Jaimes y Pedro Febles, entre otras grandes figuras de la época, enseñaban en el país y ofrecían un espectáculo ante rivales de mayor rango internacional como el rey de las copas Independiente. de Avellanedas, Sol de América o Internacional de Porto Alegre.
Ese espíritu competitivo de equipo grande es el gran triunfo de Saragó en el banquillo del club fronterizo. Desde la temporada pasada, el Táchira se ha convertido en un equipo coral, con un notable equilibrio para atacar y defender con laterales y mediocampistas que aportan al ataque con la misma determinación que presionan para ganar el balón en transiciones y líneas de pase cerradas.
El desafío de Saragó ya no está en la Liga Futve, sino en mantener el fútbol goleador del Táchira en la Libertadores para llegar lejos en el torneo e intentar superar la hazaña de 2004, cuando llegó a los cuartos de final de la Libertadores con el Fútbol de cuchillo entre los dientes de César Farías.
El Caracas de Leo González también tiene el compromiso de ser competitivo, al margen de la política de gestión del club de formar jugadores, alinearlos en torneos internacionales y adquirir recursos mediante el inevitable traspaso de sus mejores valores, como ha ocurrido con Josef Martínez. Rómulo Otero o Saúl Guarirapa, amenaza las posibilidades de armar un plantel con solidez, trabajo y experiencia para pelear con más armas en el torneo.
Ganar la Copa Libertadores o la Copa Sudamericana es el sueño que inspira a los técnicos nacionales y a sus selecciones. Pero si no se gana el trofeo, al menos hay que ofrecer una imagen respetable, lejos de las amargas derrotas resultantes de pases perdidos, penaltis torpes y errores en la definición de oportunidades para lesionarse.
El espectáculo de los goles domina los cuartos de final de la Liga de Campeones
Los cuartos de final de la Liga de Campeones de Europa confirmaron una vez más que el fútbol mundial está dominado por equipos con vocación ofensiva, aquellos que buscan los goles del rival y ofrecen a los aficionados un espectáculo entretenido y una celebración de goles.
Ninguno de los ocho equipos que avanzaron a la siguiente fase del torneo de clubes más prestigioso y seguido del planeta fútbol sale al campo con un cuchillo entre los dientes, con la intención de defenderse con firmeza, con firmeza, en su propio territorio.
Incluso el Atlético de Madrid del argentino Diego Simeone ha cambiado su forma de jugar. Sin perder su tradicional fuerza para luchar hasta el último minuto, su juego ganó claridad y finura en el último tramo del césped con el ingenio del francés Griezmamm y el empuje de jugadores como Riquelme, Lemar o Depay.
En el espejo del fútbol entretenido donde el balón apenas sale del campo y los futbolistas se esfuerzan más en jugar que en golpear a sus rivales, los técnicos y jugadores del país deben mirarse para que la liga Futve sea un gran espectáculo. tiempo.
El desarrollo de los técnicos criollos necesita un golpe de autoridad
Uno de los logros más reconocibles del fútbol venezolano es el cambio que se ha visto en los banquillos. De aquella época casi no quedan rastros de equipos técnicos formados principalmente por entrenadores extranjeros.
La formación de nuevos entrenadores, preparadores físicos y videoanalistas ha ido en aumento, y el resultado se nota en la presencia de Omar Castillo en Angostura, Elvis Martínez en Rayo Zuliano, Jesús Ortiz en Portuguesa. José Morr en Metropolitanos o Daniel Sasso en la Universidad Central de Venezuela en los banquillos de estos equipos.
Lo que falta, sin embargo, es que más allá de los resultados y títulos que puedan conseguir, den un toque de autoridad sobre el terreno de juego. Que sus equipos presenten un fútbol distintivo, fuera de lo común, un fútbol característico como el que Pep Guardiola o Jürgen Klopp han instaurado en Europa, y que deje una huella imborrable en sus clubes.
El juego de posesión del catalán o los ataques explosivos del técnico alemán han hecho del fútbol un deporte mejor. La UCV de Sasso va camino de convertirse en el equipo diferente que rompe moldes.