Luego de tiempos cerrados, cuando era un acontecimiento para un extranjero jugar en equipos europeos, en los años 60 y 70, los equipos de ese continente abrieron la mano y contratar jugadores de distintos rincones es hoy la noticia del día. Procedentes de África y Asia, y preferiblemente de Sudamérica, entran en las plantillas de allí decenas, cientos de futbolistas con nombres extraños y exóticos. Ya todo cambió, y al contrario, qué paradoja, vemos en los partidos por cable a equipos donde es casi un descubrimiento conseguir a un hombre del país que representan con sus clubes. En el Real Madrid, por poner un ejemplo, suelen tener jugadores de siete nacionalidades, y en Inglaterra forman equipos con hasta nueve o diez jugadores importados…
El comentario surge luego de la final de la Recopa Sudamericana, donde Fluminense se quedó con la corona de la Liga de Quito. Y observamos el hecho de que América del Sur, que en muchas actividades del quehacer humano está detrás de Europa, continúa en la misma onda. Vimos en el equipo ganador a jugadores como Jhon Arias, autor de los dos goles del partido, nacido en Colombia; y como delantero centro (delantero centro, como lo llaman en Brasil), Germán Cano, de nacionalidad argentina.
En Quito se alinean sin ningún pudor colombianos y paraguayos, y en general se ha generalizado la práctica de fichar jugadores de otros países vecinos; Y ya, para exagerar un poco, es casi una “obligación” tener en el equipo a hombres de distintas latitudes. Hasta hace unos años era casi un sacrilegio, por así decirlo, tener importaciones en equipos sudamericanos; ¿Un argentino en Brasil o un brasileño en Argentina? Bueno, ahora es común; Por supuesto, no tanto como en el caos europeo, pero los de por aquí ya van por el mismo camino…
Y si repasamos el desarrollo histórico, el fútbol venezolano ha sido pionero en la captación de chicos de otros territorios. En épocas anteriores, en los años 60 y 70, Venezuela era el campo perfecto para la llegada de los brasileños. Eran jugadores que eran rentables para la moneda nacional, que en ese momento se podía cambiar por un dólar muy barato. Por eso, entre otras cosas, los equipos y organizadores de campeonatos no se preocuparon tanto por el desarrollo de los chicos criollos. Hoy en día los futbolistas colombianos están en crecimiento, son fáciles de conseguir e involucrar debido a la cantidad de jugadores que provienen de las ciudades, bosques y selvas de toda Colombia en su país. «Ave María», como dicen en Medellín.
Te veo allí.