«No tenía miedo a las dificultades, lo que le asustaba era la obligación de elegir un camino. Elegir un camino significaba abandonar otros.»
Paulo Coelho
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El mundo es una encrucijada de miles de caminos., cada uno elige el suyo, lo lleva donde quiere, las circunstancias lo permiten o el tiempo lo permite. En el camino elegido encontramos tanto lo bueno como lo malo. Luchamos por sobrevivir, prepararnos, formar una familia, encontrar un trabajo, comprar una casa, fijarnos metas y luchar por vivir una vida lo más buena y pacífica posible.. Quedamos atrapados en la lucha, pensando siempre en cómo hacer felices a los demás, olvidando que nosotros también contamos y tenemos nuestras propias necesidades, metas y sueños. Poco a poco nos vamos sumergiendo en un panorama que nos exige más hasta quedar exhaustos.
Siempre he creído que el encanto de la vida se profundiza con el tiempo, los deberes se suavizan y la tranquilidad entra en el alma. Con el tiempo me di cuenta que lo único que puede protegernos, cambiar nuestro camino y darnos un momento más somos nosotros mismos. Lograr trabajo, responsabilidades y verdadera calidad de vida no se trata sólo de tener comida, manejo del dolor, ropa, etc., necesitamos hacer descansos, detenernos en el camino, tomarnos un momento para nosotros mismos.
Siempre hay tiempo para cambiar, mejorar nuestro estilo de vida y corregir errores.. Trabajamos y comemos sin disfrutar del trabajo ni concentrarnos, ni tampoco a la hora de comer. Vale la pena aislarse de vez en cuando para recuperar la paz y la tranquilidad. Una mente dispersa, preocupada constantemente, consciente de todo y de todos, es un entorno ideal para las enfermedades físicas y mentales.
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Es cambiar el sentido del viaje, cerrar la puerta de siempre que nos asfixia y estresa. Hacer lo mismo todo el tiempo me cansa mucho, no puedo dormir bien, siempre pienso en lo que tengo que hacer mañana, cómo administrar mi tiempo y asegurarme de que los demás estén felices y satisfechos.
En definitiva, no dormimos bien, no descansamos el cuerpo ni la mente. No tomamos tiempo de nuestro ajetreado día para detenernos y tomarnos un descanso tranquilo y pacífico. El mundo exterior invade con sus exigencias nuestro mundo interior, se pierde la calma, no queda otro pensamiento que querer ganar la carrera sin prisas y rodar sin cesar, la regularidad y las prisas afectan nuestra salud.
Durante mis largas caminatas por los caminos de la belleza y la tranquilidad, pude comprender todo lo que tenemos que perder para conseguir lo que queremos, en comparación con el mundo turbulento en el que vivimos. Quizás nunca podamos volvernos complacientes y olvidar la importancia de vivir con alegría, paz y satisfacción.
A veces un detalle que nos llama la atención es suficiente para despertarnos de la opresión personal que nos imponemos cada día. La naturaleza es un sanatorio para enfermos esclavos de la agenda. De aquí surge una gran necesidad de cambiar de rumbo y regalarnos unos momentos de felicidad, relajación, experimentar algo más en un entorno diferente…
Una respuesta a lo precioso que es vivir en paz y tranquilidad en la tranquilidad de la naturaleza. La verdadera felicidad y el encanto de la vida está en las pequeñas cosas, una gaviota, un pez, una flor, una hoja arrastrada por el viento, un atisbo de agua, etc.
“Cuando teníamos algo, alguien se detenía en el camino para arreglarse la ropa y todos se detenían detrás de él. Sigamos caminando. Hay canales secos por donde pueden pasar grandes aguas”.
Álvaro Mutis
Amanda Niño P.
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