Jon Aramburu es un caso innegable de que el talento no es la única llave para abrir las puertas de Europa a los futbolistas venezolanos. Además de las condiciones técnicas necesarias para jugar al más alto nivel competitivo, también se requiere un plan de trabajo, fortaleza mental para afrontar los obstáculos y sentido de oportunidad para aprovechar al máximo cada minuto recibido sobre el terreno de juego.
Formado en las categorías inferiores del Deportivo La Guaira, Araburu no fue un jugador excepcional que llamara la atención de los cazatalentos, como les ocurrió a otros futbolistas venezolanos que dieron el salto a Europa. La capacidad goleadora de Juan Arango y Salomón Rondón y el tesón de Tomás Rincón en el centro del campo fueron su pasaporte para establecerse en España, Inglaterra, Alemania e Italia.
Así que el gran mérito de Aramburu reside en el tesón y el trabajo para cumplir con los cánones de un lateral eficaz a la hora de luchar por cada balón, cerrar espacios y anticiparse a los rivales que se le presenten ya sea por la banda derecha o por la izquierda, tal es el Polivalencia del caraqueño que lo hace de gran utilidad para un entrenador.
No es un lateral de época, de esos que devoran el terreno de juego, van y vienen sin descanso, y, además de defender, pueden pisar adecuadamente el campo contrario para atemperar pases de gol a sus compañeros, disparar barreras, arrollar o definir con la categoría de un avanzado. De ser así, no habría tenido que pasar por el Real Unión de Tercera División de España o la Real Sociedad B, sino que habría llegado como una estrella en plan de captación para el primer equipo txuri-urdin.
Por ello, hay que elogiar el esfuerzo de Aramburu por progresar en su carrera y ganarse la confianza del técnico de la Real Sociedad con sus meritorias actuaciones, hasta el punto de ser incluido en la convocatoria de la Liga de Campeones, donde disputó los últimos minutos ante el todopoderoso Kylian Mbappé en el Parque de Los Príncipes el miércoles.
Pasar de jugar en las canchas de La Guacamaya de Las Mercedes al estadio más famoso de París es un salto enorme que debe servir de ejemplo para el resto de jugadores de la Liga Futve que tienen ambiciones de cruzar el Atlántico.
Es cierto que el arraigo vasco y el pase social también ayudaron a que Aramburu fuera considerado por el Reala club, pero de nada hubiera servido la doble nacionalidad si no hubiera ido acompañada de la disciplina y las ganas de superación del chico.
El mayor beneficiado de la consolidación de Aramburu en la Real Sociedad es la selección Vinotinto, que durante años sufrió por la irregularidad de los jugadores que ocupan las bandas. Richard Páez tuvo que desplegar a Jorge “Zurdo” Rojas, un 10 natural, en la posición de lateral izquierdo para aprovechar la salida y profundidad que brindaba en esa banda hasta conseguir a un chico como Jonay Hernández con más argumentos para defender.
En la época de César Faria, Gabriel Cichero tuvo que transformarse de zaguero central a lateral izquierdo, con los éxitos que esta jugada trajo en la Copa América de Argentina 2011 y los fracasos que generó en las eliminatorias del Mundial de Brasil 2014. Y en los últimos años, Roberto Rosales tuvo que jugar con el perfil cambiado para tapar el hueco.
Con Aramburu, Miguel Navarro, Christian Makoun y hasta el nuevo Renné Rivas, que demostró su progresión con la Vinotinto Sub-23 en el Preolímpico de París, el cuerpo técnico del argentino Fernando “Bocha” Batista tiene ahora material de sobra para elegir equipo nuevamente para la próxima Copa América y el resto del Mundial.
Mezclar talentos en Copa América para seguir mejorando la Vinotinto
La venidera Copa América debe servir de escenario para que el cuerpo técnico le dé a los jugadores sub-23 que brillaron en el último preolímpico de Caracas la oportunidad de demostrar sus capacidades en la selección mayor. El torneo continental no es una prioridad absoluta para la Vinotinto, pues el principal objetivo es sumar puntos y clasificarse al Mundial de 2026 en el largo camino hacia la máxima cita que comparten Estados Unidos, México y Canadá.
Entonces la Copa América puede servir para darle a jugadores como Kevin Kelsy, Jovanny Bolívar, Matías Lacava, Telasco Segovia, Bryant Ortega y Renné Rivas la oportunidad de seguir creciendo y sumar experiencia cuando el cuerpo técnico necesite de sus servicios en las eliminatorias mundialistas. . La Vinotinto absoluta no cuenta con un lateral zurdo natural con el golpe y desborde de Lacava, ni con un volante mixto que pueda actuar como segundo jugador de jugadores como Telasco. Veremos si el “Bocha” Batista se anima a realizar ensamblajes de añadas para seguir mejorando el bouquet de la Vinotinto.
Estudiantes necesita continuidad en el banquillo y paciencia para volver a la élite
Por su larga tradición y el invaluable aporte que ha hecho al fútbol venezolano, formando a algunos de los jugadores más talentosos de la historia del país, Estudiantes de Mérida merece un lugar más destacado en los campeonatos nacionales. La academia rojiblanca fue un habitual representante del país en la Copa Libertadores, donde alcanzó su mayor pico en la edición de 1999, cuando el equipo dirigido por Richard Páez y liderado por Rubert Morán en ataque hizo historia al llegar a cuartos de final. . el torneo.
Desde entonces, Estudiantes ha tenido un desfile interminable de autobuses y proyectos inconclusos que acaban en agua de borrajas. El nombramiento de Daniel Farías para reconstruir las bases del plantel de la academia, con jugadores formados en la rica escuela de touch y rodado de los clubes andinos, es un buen augurio para el futuro del club. Para recuperar el lugar que alguna vez ocupó en el fútbol venezolano, Estudiantes necesita continuidad en el banquillo y paciencia para formar equipos competitivos que puedan luchar por nuevas estrellas.