Víctor Davalillo fue uno de esos jugadores que desafió la edad. Y lo hizo de manera brillante, ganó. Sus 30 temporadas en el béisbol criollo lo demuestran; lo que representa un hito inalcanzable para cualquier jugador hoy en día.
Tal era su disciplina en la caja de bateo y su perfil como competidor que tuvo una temporada de 100 hits a los 40 años (en 1979-80) y, para colmo, jugó su último partido como profesional a los 47 años. y en un final de serie, una escena en la que tantas veces se vistió de gloria y aún no había visto un capítulo más escrito en la historia del inolvidable «Vitico».
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Ahora bien, fue en el segundo penúltimo juego de la temporada 1986-87 entre Caracas y La Guaira el 21 de enero de 1987, cuando el manager Bill Plummer, con el juego empatado 1-1, decidió traer a un bateador emergente en la famosa octava entrada. Zuliano Paleador, quien ya era considerado el mejor bateador de todos los tiempos en el béisbol venezolano.
Tocados por los dioses del balón
Lo que siguió fue brillante, el ‘Rey del Hit’ conectó un doble entre el jardín derecho y central en el UCV Park antes de que pareciera; Según el relato de la época, una bola rápida que salió de la serpiente de Odell Jones que pegó en la pared derecha del jardín central le permitió a Jesús Alfaro anotar la carrera de la ventaja desde primera base y eventualmente la carrera de la victoria, para poner la serie arriba 2- 0 a favor del equipo peludo.
El resto es historia, la pelea de cuatro peleas de Leone con Urbano Lugo Jr. que lanzó No Hit No Run en el partido de coronación. Pero esta historia trata de cómo a «Vitico» le quedaba un último hit en su carrera, cómo minimizó su edad a solo un número para ayudar una vez más al equipo de sus amores a lograr una victoria clave en el camino a lograr otro banderín; número 15 en ese momento en la historia de la franquicia.