El béisbol profesional actual, como se juega en México, República Dominicana, Panamá, Colombia, Puerto Rico y Venezuela, es ciertamente muy diferente a sus inicios.
Cuando los industriales de la marca Maizina Americana «El Águila», los hermanos Santiago y Miguel Alfonzo Rivas, inauguraron su estadio San Agustín en Caracas, el 29 de enero de 1928, nació en toda Venezuela la inquietud por profesionalizar el béisbol.
Pero no había diferencia entre lo que era un beisbolista aficionado y lo que era un profesional. Incluso los héroes de 1941 jugaron con cuotas, al igual que los de la lista cubana.
Surgieron equipos, como Navegantes del Magallanes y Sabios del Vargas, que jugaron en Caracas, con otros dos clubes, en campeonatos denominados Primera Categoría.
Vargas tenía tan buenas conexiones en Estados Unidos que consiguió contratos con las mejores estrellas de las Ligas Negras, como el infielder Raymond Dandrige y el lanzador León Day.
Dandrige era el mejor tercera base del béisbol negro, un bateador espectacular, por lo que constantemente bateaba más de 300.
Y era tan bueno defensivamente que también brilló como campocorto. Cuando lo trajeron a Caracas, alrededor de los 30 años, en los años 40, los Reyes Magos no necesitaban un tercera base.
Y por eso se hizo famoso en Venezuela jugando como campocorto. Por cierto, se le conocía con más de un apodo. Le llamaban El Gambao, porque sus piernas parecían un par de aparatos ortopédicos; También fue conocido como Mamerto, Hooks (manos), Squat (sentadilla), Talúa y, por supuesto, Ray.
En menos de un campeonato en Caracas, bateó .343 y remolcó 52 carreras.
Dandrige era tan bueno que Jorge Pasquel lo llevó a México y le pagó 10 mil dólares por temporada, lo que era una fortuna en ese momento, libre de impuestos, hotel, comidas y un auto sin conductor.
Dandrige jugó en México durante 10 temporadas, hasta 1948, cuando tenía 35 años.
En Venezuela lo conocían como Talúa Dandrige con tal cariño que pocos sabían que su verdadero nombre era Raymond.
Fue incluido en el Salón de la Fama de Cooperstown en 1987, y allí exhiben una de las camisetas de los Diablos del México, que llevaba cuando lo pilló Jorge Pasquel. Hoy, los récords de Dandrige figuran entre los de las Grandes Ligas, por decisión del comisionado, Rob Manfred.
Inolvidable hazaña lograda por el Día de León en 1942
Era el domingo, en la tarde del 31 de julio de 1942, cuando apareció en el montículo León Day, por los Newak Eagles, ante los Baltimore Elite Giants.
Lo que hizo fue permitir ponches a 18 bateadores, permitir sólo un hit y nueve bases por bolas, e impulsar una carrera. Pizarra, 1-0.
Los jugadores negros que ahora aparecen a través de sus números, entre los de Grandes Ligas, son 3.423.
El comisionado Rob Manfred decidió darle a todos los jugadores de las Ligas Negras el mismo estatus que el de las Grandes Ligas.
Estelar en ocho de las nueve posiciones
León Day, otra estrella de las Ligas Negras que estuvo con los Reyes Magos de Vargas, lanzó para ellos en 1940, ganando 12 juegos, con efectividad de 2.01.
El periodista Juan Antillano Valarino, AVJ, escribió estos días en «la Esfera»:
“Si León Day fuera blanco ganaría más de 20 juegos por temporada en Grandes Ligas. No sólo tiene muy buen repertorio, sino que sabe manejarlo con la inteligencia de un talentoso”.
En los récords de las Ligas Negras, Day tiene marca de 50-22, 3.58, más un promedio de bateo de .313.
Y al igual que Dandrige, también fue jugador de Pasquel. Fue contratado para integrar el plantel de Águilas de Veracruz en 1940, 1947 y 1948, pagándole ocho mil dólares por campaña en cada ocasión.
Day fue incluido en el Salón de la Fama de Cooperstown en 1995.
Cuando Day no lanzaba, jugaba en todas las demás posiciones defensivas excepto en la de receptor. Su fama era la de un lanzador con una bola rápida de inmejorable velocidad, un bateador con una facilidad increíble para hacer contacto y un fildeador de manos suaves y seguras, además de un brazo fuerte y entrenado.
Al igual que Dandrige, además de las Ligas Negras y México, jugó en todo el Caribe, desde mediados de los años 1940 hasta los años 1950.
Además de sus glorias como jugador de béisbol, también fue un héroe de guerra. Sirvió como parte del Batallón Anfibio estacionado en Francia en 1944. Después de la Segunda Guerra Mundial fue condecorado.