Nunca una eliminatoria tuvo tanto sabor a victoria en un partido de clasificación para el Mundial como el 1-1 que logró la Vinotinto el jueves en Cuiabá ante Brasil. Enfrentarse a la Canarinha en casa en las eliminatorias mundialistas siempre ha sido una pesadilla para los rivales. Baste recordar que, jugando en casa, Brasil nunca perdió un duelo en la historia de las eliminatorias, y que acumuló 15 partidos seguidos y sumó victorias en su territorio.
De ahí el valor exponencial del punto obtenido por Venezuela en la tercera jornada previa al Mundial de la Conmebol. Bueno, es una paridad que se consigue a mitad del torneo, cuando todos los equipos están en juego, y no en los últimos días, cuando ya nada importa y el empate es sólo un premio de consolación.
Conseguir un punto de Brasil en casa también tiene un enorme valor matemático para la cuenta, porque después de este revés la Canarinha saldrá más decidida en casa y pocos equipos tendrán la oportunidad de repetir la hazaña de Venezuela. Y cada derrota que sufran los rivales en el país de la Amazonía aumentará aún más las posibilidades de luchar por un cupo directo o los playoffs.
El sorteo es, por supuesto, una poderosa inyección de confianza para todos los jugadores sobre los planteamientos tácticos del cuerpo técnico encabezado por el argentino Fernando «Bocha» Batista, y las capacidades de cada uno de los integrantes de la Vinotinto para salir al campo. y mostrar su talento sin limitaciones.
Batista ha partido de una idea esencial en el fútbol: el orden defensivo. A equipos como Brasil no se les puede dar espacio, porque la superioridad técnica, la capacidad de los artistas del balón como Neymar para escaparse, tocar y combinar es tóxica, si le permiten maniobrar libremente. El «Bocha» decidió darle el balón a Brasil pero limitar tanto los espacios inclinando, asistiendo y marcando dobles a jugadores claves como Neymar, Vinícius, Richarlison y Rodrygo que les imposibilitaba conseguir líneas de pase o al hombre libre. para resolver uno contra uno.
Neymar quedó absorbido por el branding y seguimiento de Tomás Rincón y Yangel Herrera. Vinícius cayó una y otra vez en la trampa que le tendió Batista por la derecha, donde hubo un tambaleo defensivo que empezó con Sergio Córdova, continuó con Yangel y culminó con Alexander González, que le dio un mordisco a la banda del Real Madrid con gran posicionamiento. , inteligencia para leer las jugadas y poder para anticiparlas antes de que comenzara la galopada. Cuando Brasil logró superar ese escudo protector, enfrentó la puntualidad de Yordan Osorio para cortar por arriba y por abajo, y la certeza del portero Rafael Romo para mantener la portería a cero.
La Canarinha rompió el asedio con una jugada que deberá ser revisada por el «Bocha» Batista para evitar que se repita en los próximos duelos. El gol de Brasil llegó en un córner al primer palo servido por Neymar, y Magalhaes aprovechó una pantalla para batir de cabeza a Osorio y peinar el balón hacia la red. Más que un error del central venezolano, fue una ventaja del ataque de Brasil, que tiene muy ensayado este juego de tablero y supo ejecutarlo a la perfección.
Lo más importante de esta eliminatoria es que en lugar de desplomarse tras el gol, Venezuela cambió el guión sin temor a ser derrotada. Pasó del sistema ultradefensivo al ataque con jugadores de perfil más atrevido y decidido: Savarino, Soteldo, Cásseres y Bello, el autor del golazo. Esta eliminatoria podría cambiar la historia de Venezuela en las eliminatorias para soñar en grande con la ansiada clasificación.
En Maturín hay que recrear el segundo tiempo de valentía ante Brasil
Para que el punto contra Brasil no se quede en una anécdota para entretener a los nietos sobre el gol imposible de Eduard Bello contra Brasil, la Vinotinto debe ahora completar esta cuarta jornada con otro partido categórico contra un equipo que siempre supo amargar la fiesta como Chile. Los Australes, no hay que olvidarlo, fueron los verdugos de la Argentina de Messi en dos Copas América. Es cierto que su generación dorada está a punto de desaparecer, pero jugadores como Gary Medel, Alexis Sánchez o Charles Aranguis todavía tienen la sabiduría en sus botas para complicar a los rivales.
En Maturín ya no sirve volver a esperar y limitar a Chile. La Vinotinto de Batista tiene la obligación de proponer desde el inicio, hacer sentir a los Australes que el equipo impondrá los términos del juego con un fútbol más cercano a lo visto en el segundo tiempo en Cuiabá. Crear siempre es más difícil que destruir, pero Venezuela tiene el talento desde el centro hacia adelante para atreverse a atacar con orden y valentía.
La consistencia de Alexander González ha sido crucial para el orden de Batista
El orden que Batista ha introducido en la selección ha sido posible en gran parte gracias a la regularidad mostrada por los equipos en estas primeras fechas, sobre todo por la solvencia de Alexander González como técnico de la banda derecha. Al jugador del Caracas FC le ha tocado bailar con dos de los delanteros más cotizados del fútbol mundial: el colombiano Lucho Díaz y el brasileño Vinícius. Los controlaba a ambos con su marcaje muy cercano, impidiéndoles correr a gran velocidad o aceptar el espacio que dejaba un compañero con un toque o una pared.
El defensor de los rojos avileños no perdió ni un solo duelo individual ante los dos gigantes a los que protegía. Los apretó, los desarmó, se ganó el puesto y dejó un vacío en Barranquilla y Cuiabá respectivamente. Su brillante trabajo es una de las hazañas defensivas de la Vinotinto en estos inicios, considerando que el primero juega en ligas súper profesionales y González compite en la siempre subestimada Liga Futve. Luego de estas actuaciones, no sorprende que el caraqueño regrese al fútbol europeo.