La sociedad en el Estado civil (IV)
Seguimos nuestra propaganda de cómo se imagina la sociedad, el sistema social en el Estado Civil, para ello necesito avanzar desarrollando los subsistemas que lo componen, ya lo hemos hecho con liderazgo y cultura política, ahora depende de eso. la élite que nos encontramos en el análisis debe ser la Élite Política.
Cuando nos referimos a ellas, las Élites Políticas, estamos hablando de las personas privilegiadas que dominan al resto de la Sociedad por su clase, religión, intelecto, riqueza o política.
Llamados de muchas maneras: guardianes, filósofos, clanes, senacs, palacios, yemas e incluso enchufes. Los griegos se referían al «gobierno de los mejores», algunos de los cuales se pasarían la vida preparándose para gobernar y ser responsables de dirigir la República para poder tomar decisiones sabias para la Sociedad. La «ley de hierro de la oligarquía» a la que se refiere Robert Michels son las personas cuya misión de vida es el servicio, que tienen más criterio que los demás debido a su superioridad psicológica e intelectual.
La idea es que estos grupos, como sugiere Gaetano Mosca, están influenciados por un sentido de servicio debido a su capacidad de organización y cohesión, ausente en las masas dispersas.
Dije que el problema no es de la élite. No quememos el colchón… En un sentido muy aristotélico, siempre habrá quien mande y quien obedezca. El problema surge cuando ese grupo actúa no en beneficio de la sociedad, sino en beneficio personal o grupal. Hay un detalle, dijo el sabio cantinero.
La sutileza es que cuando un subsistema social falla, los demás fallan. Así, como veremos en la siguiente sección, la inconsistencia que experimentamos afecta el liderazgo, la cultura política y las relaciones de poder. Este es un problema que debe abordarse, no ignorarse y presentarse como una locura.
Sabemos de los vicios, la corrupción, el amiguismo, el amiguismo que permearon a las élites desde el principio del mundo… hechos que no son nuevos bajo el sol. Sabemos de la corrupción desde el Siglo de Oro a través de la picaresca española, novelas chinas como Erudito de la Cacajada…
Sin embargo, hay casos dignos de mención por los daños que causaron: – la reina María Cristina de Borbón se hizo famosa por su implicación en negocios turbios, desde las minas de sal hasta la trata de esclavos; – Millones y millones de dólares desaparecieron del tesoro durante el colapso de la Unión Soviética, y luego aparecieron en cuentas privadas en toda Europa y Estados Unidos, demostrando la implicación del Congreso, el Departamento de Justicia, la CIA… corrupción masiva; – Odrebrech, una empresa que distribuye millones de dólares en contratos en toda América Latina, ha sobornado a casi todos los presidentes de este lado del hemisferio… y pare de contar.
La historiografía venezolana muestra cómo el poder se ejercía desde cúpulas oligárquicas, palaciegas, cogollos o enfuxaos sin ningún sentido de servicio público, por lo que se los denomina de manera peyorativa.
En realidad, el líder heredado de la patria había venido a asaltar y dividir el botín. La élite militar y económica que surgió con la independencia adquirió una enorme riqueza inmerecida al apoderarse de las tierras liberadas de los españoles para todos los venezolanos. Las élites militares que mantuvieron al país entre guerras y los partisanos que lucharon contra la oligarquía conservadora bajo la bandera del federalismo liberal se enriquecieron haciendo lo mismo cuando llegaron. Palacios cercanos a dictadores con gran riqueza. Los capullos que conocemos en democracia han robado la soberanía del pueblo para sus intereses personales, y ahora los enchufaos durante la revolución socialista han privado de privilegios al resto de la población, como decía Benito Juárez: «Todo para mis amigos, la ley para el resto».
Todo el mundo sabe por las noticias que los mayores escándalos de corrupción ocurrieron durante esta revolución socialista, uno sobre otro, desde kadivis, elefantes blancos a quienes no se les pagó ni construyó, desde PDVSA hasta Ramírez y Alaisami, hasta millones y millones de grandeza. exceder cualquier presupuesto estatal anual en dólares, sin la renuncia del Presidente o de un Ministro.
Entonces surge la pregunta: ¿cómo podemos garantizar que estas élites respondan a las necesidades de la sociedad? ¿Cómo conseguimos la igualdad de oportunidades, el pluralismo, la poliarquía…?
Es imperativo fortalecer la Sociedad que logre la capacidad de expresarse, donde pueda surgir un liderazgo competitivo, honesto, con nuevas ideas y enfoques que cambien la cultura política del líder. Dan contenido social y político al poder.
La dirigencia, que logra cambios en los partidos políticos y no se conforma con «así es», se doblega. Debe haber una fuerza social que impulse el cambio.
Luego hablamos de la reconstrucción de la vida social, que sólo es posible reconociendo a los demás seres que contribuyeron a la construcción del país, trabajadores, enfermeros, especialistas, estudiantes… aunque no pertenezcan a la élite gobernante. .
La atención se centra, como sugiere Alain Touraine, en escuchar y prestar atención a estas voces, creando una ciudadanía vigilante con una conciencia colectiva. Esto sólo es posible en un Estado que imagina a la sociedad como una institución, un Estado civil.
Carlota Salazar Calderón
[email protected] @carlotasalaza