La emisiones de origen humano y la alta salinidad que los estudios muestran en el Lago de Maracaibo, surgen, en las primeras ponencias, como factores recurrentes del desorden ecológico en el sistema lacustre zuliano.
Aunque los científicos elogian la capacidad de autoregeración del lago-estuario zuliano, no dejan a un lado, ni por asomo, las consecuencias que la salinidad y la actividad humana descontrolada tienen en el espejo de agua, objeto del estudio.
El biológo Rómulo Márquez, responsable junto a su colega Olga Castejón de los temas de apertura para el debate dieron al detalle de la ciencia las explicaciones de rigor.
Márquez, quien tiene años en el Laboratorios del Lago dijo: “En un período de estudio de 20 años, detectamos que el verdín es cíclico y está ligado a los niveles de salinidad del Lago de Maracaibo”.
“En el centro del lago se encuentra un cono hipolimnético (acumulación de agua salada) que se está erosionando, cargando de nutrientes su entorno, lo cual incide de manera directa en el crecimiento exponencial del verdín o de la lenna”.
“Es cíclico -dijo- y cada cuatro podemos observar el afloramiento, exacerbado por otros factores como el calentamiento global”. “En esta ocasión, el afloramiento ha sido de verdín, principalmente en las orillas del lago”.
Para Rómulo Márquez, los efectos climáticos de La Niña y El Niño y los cambios de temperatura refuerzan el desarrollo de las microalgas en el estuario zuliano, ya en sí mismas activadas por el factores del cono “de sal” en el centro del cuerpo de agua.
Un Lago que habla
Para la investigadora, Olga Castejón las cianobacterias y su comportamiento son las señales que el Coquivacoa manifiesta para que conozcamos sus síntomas.
“Henry Pittier fue el primero que reportó la aparición de las cianobacterias en el lago de Maracaibo en 1936, catalogándola como una nata verdiazulada. Hoy – subrayó la bióloga- el Lago de Maracaibo está emitiendo las señales de que algo debemos hacer aun cuando tiene una gran capacidad de autogeneración”.
No hay duda para los investigadores, “el Lago de Maracaibo hay un exceso de nutrientes”, señaló Castejón.
En relación al temor de los seres humanos sobre que esta condición del cuerpo lacustre afecte la vida de las personas, consideró que ” la generación de ácidos orgánicos y la descomposición de bacterias que generan el mal olor, no están asociadas enfermedades en particular”.
Aunque si entrevió “que algunas especies pueden generar afectaciones dermatológicas por cianofitas o cianobacterias, pero no muerte”.