En el fútbol se suelen confundir los criterios. Hay buenos jugadores pero que no entienden el juego colectivo, y también al contrario. Es una faceta difícil de encontrar en un solo futbolista, pues este deporte a menudo se convierte en un jeroglífico, muchas veces desentrañable. Y hacemos este comentario pensando en el Mundial Femenino que por estos días se disputa en Australia y Nueva Zelanda.
Jugadoras jóvenes, entusiastas, dejando la vida en cada aliento se ven en cada partido, porque un torneo así, con esta expectativa, con tamaña publicidad, bien lo merece. Mas, jugar al fútbol con generosidad, entregadas en cada pelota y en cada pedacito de campo no lo es todo; el fútbol es actividad que requiere de planificación, de saber cómo resolver cada situación con lógica y criterio…
Y hemos de confesar que en todo lo visto en casi dos semanas de Mundial, ha sido la selección de Países Bajos la que, en nuestro entender, puede mostrar esos atributos de jugar bien y tener el sentido del colectivismo. En el partido ante Estados Unidos fue notorio el contraste: el equipo del norte de América iba por todos los balones con una furia a la que poco le faltó para convertirse en caos; del otro lado de la cancha, en contraste, se veían uniformes naranja esperando su momento, sus oportunidades para ir en procura del territorio estadounidense.
Este ha sido un ejemplo de lo que nos ha parecido el Mundial de muchachas de todos los confines: luchas intensas, de “poca sangre, mucho sudor y algunas lágrimas”, parafraseando la ilustre frase de Theodore Roosevelt y revivida por Wiston Churchill, y de un interés y un nivel que ha terminado por gustarnos a plenitud…
El Mundial ya entra en zona caliente, para utilizar un término futbolístico, y la carretera se vislumbra “harto difícil”, como dicen los chilenos, para las selecciones suramericanas. Con Argentina (que jugaba ante Suecia hoy en la madrugada) caminando por el borde del precipicio, solo quedan Brasil (también hoy en acción enfrentando a Jamaica) y Colombia (mañana con Marruecos en la acera de enfrente) en el intento por salvar el prestigio de la región. Y como ha sido tradición en la versión masculina, Europa se perfila para llevárselo todo porque su fútbol, como en casi todos los órdenes del desarrollo humano, está un paso más adelante que el de este lado del mundo.
Sin embargo, el fútbol, como asunto democrático, como realidad en la que nada es lo que parece, puede tenerles guardado en la vuelta de la esquina el inesperado asalto al estilo de Pedro Navaja.
Nos vemos por ahí.