Este miércoles fue una fecha infame para la hípica nacional, pues se cumplieron 70 años de las sedas del semental Balbicó en el escenario turf, un total de siete décadas de pura pasión hípica.
La famosa casaca de seda amarilla y roja que lució el formidable Huracán Ja, luego de vencer con Argenis “El Zancudo” Rosillo, en una formidable carrera sobre el Clásico Internacional del Caribe en 1977, el recordado hijo de Brisenden, lució colores de mención internacional.
El dueño de dicha moneda es el jardinero Luis Fernando Wadskier, y como su hijo Luis Alfredo ha aguantado posteriormente, con gran perseverancia y sabiduría, los avatares de una hípica criolla, con notable valor e inversión en caballos nacionales.
La salida se registró con el caballo Huracán Sí incluido, según cuenta José Luis D’Angelo en la red social twitter, pero concretamente se produjo cuando su caballo Balbicó debutó en El Paraíso el domingo 21 de junio de 1953 y finalizó 5º a 5 cuerpos del ganador Brillosa, que marcaría todo un acontecimiento en su momento.
Balbicó fue un caballo argentino que inició esa etapa de la hípica venezolana, época de gran romanticismo.
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Animales del mismo tamaño que Sansón, ganador selectivo en el Hipódromo Nacional de Valencia, mantienen la larga tradición de las carreras de caballos venezolanas. De hecho, Luis Fernando Wadskier es recordado en el césped de Carabobo con un selectivo a su nombre, anualmente.
La yeguada Balbicó es un reflejo de lo que han hecho grandes camperas en el país, como Papa Juan, Chivacoa, Saltrón, San Gabriel, Sacedón, Tuna, Témpura, Tía Pola, Raga, Los Grandes, Los Lara, Coquito, Macipin, Los Samanes , Don Rafael V, y otros que han elogiado a los inversores ecuestres, como los propietarios de caballos de carreras, que año tras año compran la mercancía: el caballo de carreras.
Sin ese factor importante, como propietario de las carreras, el mundo de las carreras de caballos prospera cada año en las subastas.