El ataque que el régimen del primer ministro Benjamín Netanyahu inició hace casi dos semanas contra el Líbano, sumado a las acciones genocidas contra el pueblo palestino en una nueva fase que comenzó el 7 de octubre de 2023, volvió a poner en evidencia el problema de la impunidad con la que actúa Israel, a pesar de la condena global que generan la mayoría de sus acciones.
Esta libertad de actuar de los Gobiernos del país judío se ha mantenido prácticamente desde el momento de su independencia en 1948, bajo un concepto en expansión en el que la principal víctima ha sido Palestina, pero del que las naciones vecinas no están exentas.
La pregunta que se hace la gente común es por qué los responsables de este país de 22.145 kilómetros cuadrados, con 9.842.000 habitantes, reaccionan con tanto desprecio a los llamados de la comunidad internacional y a las decisiones de este año de la Corte Internacional de Justicia (CIJ).
La respuesta parece más que obvia: el poder de sus aliados, empezando por Estados Unidos, que desde el final de la Segunda Guerra Mundial ha sido su principal apoyo desde el punto de vista financiero y el que más armamento le suministra, junto a Alemania (en una macabra ironía), Italia, Francia e incluso España, que también muestran en este caso cómo opera en algunos casos el doble rasero en el mundo.
Gran Capital
La analista internacional Laila Tajaldine tiene claras las razones por las que este país actúa así:
«Lamentablemente, las grandes corporaciones económicas son propiedad del capital sionista y responden a los intereses que el mundo les define, los económicos. Quien detenta el poder es quien determina el comportamiento de los demás, al menos de los que quieren tomar el mundo de esta manera y en eso se explica la impunidad con la que Israel ha actuado, porque estas acciones son aprobadas por ese gran capital que se levanta ante esta injusticia.
El abogado destaca que «los principales aliados de esta gran capital, Estados Unidos entre otros, han demostrado con lo que vemos pasar con Israel, que están motivados por el poder económico y entienden el mundo a partir de ese poder del que muchas veces hablan». defensa de los derechos humanos».
Junto al país norteamericano, menciona entre otros a los miembros de la Unión Europea (UE), así como a algunos latinoamericanos, que «tratan de justificar las acciones de Israel porque simplemente están subordinados a los grandes capitales y responden a sus intereses». Por eso guardan silencio y otros, aún más descaradamente, apoyan abiertamente”.
Tajaldine continúa señalando que hay «una guerra total en Oriente Medio, la hemos denunciado. El Líbano ha sido atacado desde octubre y ha sido provocado una y otra vez, pero no ha caído en el juego. En esta ocasión, Israel El ataque es abierto y descarado y obviamente tienen que responder».
«Vemos una nueva guerra de 6 días por parte de los israelíes, cuyos objetivos son seguir expandiéndose no sólo por el territorio palestino, sino también tomar el territorio libanés y en los casos en que no se pueda mantener, destruyendo completamente tanto a su población y su infraestructura», advierte el analista.
El profesor de la Universidad Bolivariana destaca que «hay una violación total por parte de Israel del derecho internacional. No hay comunidad internacional que sea capaz de detenerlo, porque lamentablemente quienes son las caras de esta comunidad representan intereses a los que están subordinados». Están aliados a esta política genocida que lleva a cabo Israel contra el pueblo palestino, el pueblo libanés y contra otros pueblos» y concluye sosteniendo que la ONU hace muy poco «para evitar una guerra, pero sí un genocidio como el que ver».
La larga y oscura historia del Mossad
Las explosiones de unos 5.000 buscapersonas el lunes 17 de este año y de walkie talkies al día siguiente, que dejaron decenas de muertos y miles de heridos en el Líbano, fueron inmediatamente atribuidas al Mossad por varios medios de comunicación, citando fuentes de seguridad conocedoras de la situación. la oscura agencia de inteligencia israelí, que al igual que su «hermana mayor», la no menos siniestra CIA (Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos), suele operar desde las sombras.
Creada en 1949, la entidad trabaja en paralelo con el servicio de inteligencia militar (Aman) y el servicio de seguridad interior (Shin Bet) y actúa únicamente en el extranjero.
Su experiencia en la colocación de explosivos en aparatos de telecomunicaciones se remonta a 1973, cuando hizo estallar una bomba colocada en el teléfono del representante de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), Mahmoud Amshari, en París.
Entre otros crímenes, en 1997 intentaron envenenar al jefe de Hamás, Khaled Meshaal, en Jordania y al fracasar, el rey Hussein obligó al entonces primer ministro, Benjamín Netanyahu, a enviarle el antídoto para salvarle, además de liberar al líder espiritual del movimiento, Sheikh Yassin, quien posteriormente fue asesinado en 2004.
En 1996, Yahya Ayyash, presunto fabricante de bombas de Hamás, murió cuando su teléfono móvil explotó muy cerca de su cabeza. También está acusado de asesinar a cinco científicos nucleares iraníes en 2010.
Estados Unidos y otros cómplices
Desde la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos ha tenido a Israel como su principal receptor de ayuda financiera: hasta 2023, le había concedido 145.000 millones de euros, unos 174.000 millones de dólares, teniendo en cuenta la inflación actualizada.
Hasta el pasado mes de abril, el Gobierno de Joe Biden ha aprobado 26.000 millones de dólares al régimen de Benjamín Netanyahu, en pleno genocidio que se ha cometido en la Franja de Gaza, a pesar de que cada vez se ha cometido más crueldad con la que Israel actúa contra la población civil fundamental, es evidente, generando repudio global, sumándose ahora a la agresión contra el Líbano.
El 69% de las importaciones de armas de Israel provienen de Estados Unidos, su principal proveedor, según un reciente informe del Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo (Sipri). Le sigue Alemania, con un 30% e Italia, con un 0,9%, pero también importa de Francia, Reino Unido, Países Bajos, Canadá, Australia e incluso la propia España, pese a que repitió su presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. que no autorizó el envío de más armas al país judío, aunque sí se siguieron autorizando exportaciones de empresas españolas.