El Gobierno palestino advirtió este domingo a Israel sobre una escalada de violencia en Oriente Medio debido a sus continuos asaltos a la mezquita de Al Aqsa, en la zona ocupada de Jerusalén Este.
El vocero presidencial, Nabil Abu Rudeina, condenó en un comunicado «las continuas provocaciones israelíes contra la mezquita» y advirtió que convertirán sus patios en un campo de batalla, lo que conducirá a un grave deterioro de la situación, dijo Prensa Latina.
Los ataques diarios contra los lugares santos y los fieles durante el Ramadán, mes sagrado para los musulmanes, son acciones inaceptables que inflaman la región y la arrastran al abismo, subrayó.
Rudeina aseguró que el pueblo palestino se mantendrá firme en la defensa de su tierra “cueste lo que cueste”.
Jerusalén Este es la capital eterna del Estado de Palestina, subrayó el político tras cuestionar las medidas israelíes de judaizar y anexar esa zona con el apoyo de Estados Unidos.
Esta mañana la policía volvió a asaltar el recinto religioso para permitir la entrada a los judíos.
Las fuerzas de ocupación convirtieron los patios del lugar en un cuartel militar para asegurar las incursiones de los colonos con motivo de las celebraciones de la Pascua judía, informó la agencia de prensa oficial Wafa.
Las tropas también levantaron varias barreras en los muros de la Ciudad Vieja, en Jerusalén Este, e impidieron el ingreso de jóvenes palestinos a la mezquita de Al Aqsa, criticó Wafa.
La tensión en la zona aumentó desde la noche del martes por la orden a ese cuerpo armado de desalojar a los fieles palestinos presentes a esa hora en la mezquita como es habitual durante el Ramadán.
La zona es venerada por los musulmanes, que la llaman el Noble Santo, y los judíos, que la conocen como el Monte del Templo.
La actuación policial desde entonces ha provocado enfrentamientos en el interior y en los alrededores del templo, lo que ha provocado numerosas críticas internacionales, especialmente en países árabes y musulmanes.
En respuesta, las milicias palestinas dispararon cohetes contra Israel desde la Franja de Gaza y el sur del Líbano, lo que a su vez provocó represalias por parte de ese país.
Según el acuerdo alcanzado hace décadas, a los judíos solo se les permite visitar el sitio bajo numerosas condiciones, pero no para rezar.
Israel ocupó la parte oriental de la metrópoli en la guerra de 1967 y desde entonces ha mantenido el territorio bajo su control a pesar de las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU.