Es extraño, no deseado, ciertamente aborrecible, pero tres deportistas venezolanos, emblemas del actual deporte nacional, han estado en los últimos días entre quirófanos y carreras médicas, y en distintos lugares del amplio mapa mundial.
Las preguntas son: ¿ha sucedido esto alguna vez? ¿Es casualidad o un problema con el entrenamiento físico? ¿Por qué los tres han fallado en momentos cruciales, musculares y óseos?
Leemos en un periódico español a un redactor que decía, no muy lejos y con cierto sarcasmo, que los periodistas de hoy no sólo informan y analizan, sino que también se hacen pasar por fisioterapeutas deportivos. Una lesión es una lesión y, según el periodista, los detalles sólo deben ser responsabilidad de médicos y enfermeras.
Así que hay que decir que, ante la proximidad de la Copa América, Yeferson Soteldo aún se recupera de una grave lesión muscular sufrida en un partido con Gremio, su equipo en Brasil, que lo mantuvo tres meses de baja. Soteldo, despiadado, decidido, es una de las mayores esperanzas de Venezuela para afrontar la Copa y sería una gran pérdida no tener a un atacante loco, fundamental, compañero de ataque de Salomón Rondón, incapaz de disputarla. Si no, esa cuestión del universo futuro quedará en la mente de los fans.
Ronald Acuña, tratando de consolidarse como figura del béisbol, detuvo su carrera en la tercera base y también en el intento de volver a convertirse en el sensacional Acuña del año pasado. Unas molestias en la rodilla, que se convirtieron en un traicionero handicap, le apartaron de los Atlanta Braves para la siguiente temporada. Sería su segunda caída, luego de que hace dos años, tras un soberbio esfuerzo al chocar con el muro del jardín derecho, fue apartado de los estadios.
Y ahora, Yulimar Rojas.
Invicta, indestructible, capaz de lograr las mayores hazañas del mundo en triple salto, descansa en un hospital de Cataluña mientras piensa en lo que pudo haber sido y no será. Fue en un salto, su forma de vivir, su percepción de la existencia, donde la desgracia la esperaba en silencio. Un músculo traicionero, dolor intenso y adiós a los Juegos Olímpicos de París y a la esperanza venezolana de lograr una medalla de oro.
Músculos, huesos, emboscada. Las lesiones son la cara oculta del deporte, lo que les hace temer un resultado ligado a la frustración. ¿Qué podrían hacer los tres si no pudieran continuar en sus carreras, qué será de sus jóvenes vidas?
El deporte es un sueño, un ángel sucinto. Treinta años vienen y se precipitan, y treinta y cinco empiezan a marcar caminos que conducen al adiós. Lo difícil, lo terrible, es cuando llega a los veintiséis años de Yeferson y Ronald, a los veintiocho de Yulimar. Afortunadamente para los dioses, van a continuar. Para continuar y tener éxito. Vamos.
Que pasaria si…?
¿Yeferson Soteldo jugará a su máximo potencial en las canchas de Estados Unidos, sorprenderá a la afición con sus increíbles fintas y anotará los goles necesarios para llevar a la Vinotinto a su primera Copa América?
Cuando Ronald Acuña regrese, ¿será la misma nube, la luz invisible mientras corría las bases que lo vio robar 73 bases, conectar 41 jonrones y batear para un promedio de .337 en 2023 como Jugador del Año?
¿Yulimar Rojas, que sobrevuela el Sena, la Torre Eiffel, el Museo del Louvre, está fina y en plena capacidad de tomarlo todo y lograr el oro estableciendo récords de invicto en los Juegos Olímpicos de Francia?
Son los tres sueños del pueblo de Venezuela, quienes han podido tener, como pocas veces en la historia del deporte nacional, tres deportistas elegidos entre los mejores del fútbol, el béisbol y el atletismo.