Echar un vistazo al pasado proporciona lecciones. Revisar lo que se ha hecho y darse cuenta de lo que aún está por hacer enseña. Lo decimos luego de ver, revisar y deplorar los resultados de las selecciones venezolanas en las Copas Sudamericanas. Las derrotas no deberían sorprender porque es normal; Lo que es impactante y triste es la forma en que han sido destruidas las pinturas aquí.
Para algunos representantes del fútbol nacional era casi una costumbre pasar la primera fase y en ocasiones llegar a los cuartos de final de la Libertadores. Así pasó con el Deportivo Italia, Deportivo Portugués, por mencionar dos nombres de aquella realidad, y más recientemente con Táchira y Caracas. Fueron considerados, eran contendientes, y si bien no fueron suficientes para pasar a las rondas semifinales, sí fueron suficientes para animar el torneo de la región…
Y ahí es donde «la cima baila». Los equipos venezolanos han perdido competitividad, el sentido de ser jugadores importantes a ser, y esto es difícil de decir, equipos pequeños que van a torneos regionales sólo para conseguir, sabiendo que serán eliminados en la primera ronda, el dinero proporcionado por los partidos en casa. Tomemos como ejemplo al Rayo Zuliano.
Verlo en el campo nos retrotrae al fútbol amateur, principalmente por el contraste con rivales como Paranaense, que ni siquiera son considerados de élite en Brasil a pesar de que actualmente dirigen el Brasilerao. Táchira, y dale otro caso, en los campeonatos se ve enorme, pero en el enfrentamiento internacional desaparece sin reducir…
¿Han visto estos equipos el pasado, como dijimos antes, se han dado cuenta de lo que deben hacer para parecer moderados? Es un estancamiento, que es lo mismo que un retroceso, y da la impresión de que se ha cogido el hilo por el final y no ha llegado a la madeja. Y es una paradoja: mientras la Vinotinto, con jugadores desarrollados en el mapa internacional, aporta el carácter, el fútbol local cae en pozos profundos, sin final a la vista. Todos los entrenadores, extranjeros y venezolanos, piensan lo mismo: hay un problema en la formación del jugador.
Llegan a profesionales sin los fundamentos de su profesión y es patético verlos contra equipos de otros países en cuanto a diferencias individuales y colectivas; El futbolista de aquí, aunque tiene habilidad, no conoce el juego en su conjunto, en su totalidad. Todo esto está escrito y no se ve que se encienda ninguna luz. Parece haber un conformismo, una satisfacción con clasificar a la Libertadores y a la Suramericana, porque ahí es donde se abre la cornucopia y ganar o perder es lo de menos.
Te veo allí.