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Durante el fin de semana, varias personas presenciaron lo que parecían ser restos de un presunto misil que impactó en una aldea de China. Esto ocurrió poco después del lanzamiento del cohete Gran Marcha 2C desde el Centro de Lanzamiento de Satélites de Xichang en la provincia de Sichuan.
El satélite astrofísico franco-chino SVOM (Space Variable Objects Monitor) fue lanzado este fin de semana a la órbita terrestre en un cohete Gran Marcha 2C desde la base de Xichang. Sin embargo, el lanzamiento aterrorizó a los residentes de la base, que vieron caer restos de combustible cerca de sus casas.
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Las imágenes muestran a agricultores del sur de China huyendo de los restos de combustible para cohetes lanzados a varios kilómetros de sus hogares. Mientras tanto, la agencia espacial china estudia muestras de rocas enviadas por una sonda y recogidas por un robot que explora por primera vez la cara oculta de la Luna.
Unos minutos después del despegue, la primera etapa del cohete se separó de la segunda y, en caída libre, chocó contra una frondosa montaña cerca de la plataforma de lanzamiento y comenzó a regresar a la Tierra.
Un rastro muy tóxico
Los aldeanos que vinieron a ver el avión entraron en pánico cuando vieron que el propulsor se acercaba con un denso rastro amarillo.
Este rastro es tóxico porque el misil CZ-2C utiliza propulsión hiperbólica, que es más barata y más controlable que la propulsión criogénica, pero el característico color amarillo de sus gases de escape es producto del agente oxidante altamente tóxico y corrosivo tetróxido de dinitrógeno.
Casi todos los misiles desechables del mundo aterrizan en áreas designadas en el océano, pero las regulaciones espaciales de China son mucho más relajadas que las de Europa y Estados Unidos. En China, misiles como los propulsores laterales del CZ-2 y CZ-3 pueden aterrizar cerca de zonas pobladas, rociando todo lo que encuentran a su paso con combustible tóxico.
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