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un dicho popular «Dios suplicó y martillaba» Encapsula la sabiduría antigua que resuena profundamente en todas las culturas y contextos. Esta frase nos recuerda la importancia de unir fe y oración con precisión y diligencia. No basta esperar milagros; También necesitamos estar activos para lograr nuestros objetivos. Este equilibrio entre el compromiso espiritual y los esfuerzos prácticos es esencial para lograr el éxito y la satisfacción en la vida. Por cierto, debo aclarar que el martillo en cuestión no es lo mismo que mucha gente odia por estas calles.
La palabra proviene de una tradición que reconoce la necesidad de buscar ayuda divina mientras se toman medidas prácticas y concretas. No basta orar y esperar que las cosas sucedan; También es necesario actuar con determinación y esfuerzo. La combinación de ambas dimensiones -la espiritual y la mundana- es lo que nos permite convertir estos deseos en realidad.
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Un claro ejemplo de esta expresión lo podemos encontrar a continuación la vida cotidiana. Digamos que una persona quiere encontrar trabajo. Es importante que mantenga una actitud positiva y tal vez ore pidiendo orientación y fortaleza en su búsqueda. Sin embargo, si te sientas en casa rezando y no te esfuerzas en preparar tu currículum, buscar ofertas de trabajo y acudir a entrevistas, tus posibilidades de conseguir un empleo serán mínimas. Aquí es donde entra en juego el «mazo»: el acto concreto de buscar trabajo activamente, desarrollar habilidades y estar preparado para afrontar desafíos.
Otro ejemplo lo podemos ver en el sector de la salud. Una persona que sufre una enfermedad puede orar por curación, lo que le brinda gran consuelo y esperanza. Pero también es necesario seguir los tratamientos médicos recomendados, llevar una dieta saludable y mantener un estilo de vida adecuado para mejorar su condición. Una combinación de creencia en la recuperación y acciones concretas para lograrla maximizará sus posibilidades de éxito.
Este principio se aplica no sólo a los individuos, sino también a los equipos y organizaciones. Por ejemplo, la sociedad puede orar por la paz y la prosperidad, pero también deben trabajar juntos para crear un entorno seguro y productivo. Esto incluye implementar programas educativos, promover la justicia social y participar activamente en la resolución de conflictos. La acción colectiva centrada en el bien común, llena de oración y reflexión, puede producir resultados tangibles y sostenibles.
Para profundizar un poco más en el equilibrio que debe existir entre fe y activismo humanidadLes contaré un chiste que me contó un sacerdote amigo mío hace muchos años.
Un hombre quedó inundado y se subió al techo de su casa para evitar ahogarse. Mientras oraba fervientemente, pasó un vecino en una barca y le dijo:
«¡Vecino, sube las escaleras para ponerlo a salvo!»
– No, gracias. «Le pido a Dios que me salve», respondió el fatal.
Pronto pasó un helicóptero y le arrojaron una cuerda:
«¡Espera, te sacaremos de aquí!»
– No, gracias. Estoy esperando que Dios me salve – respondió el hombre, fuerte en la fe.
Finalmente, el hombre se ahogó. Llegado al cielo, vio a Dios y le preguntó:
– Señor, oré y creí que tú me salvarías, ¿por qué no me ayudaste?
Un poco sorprendido, Dios respondió:
«¿No te ayudé?» ¿Quién crees que te envió la canoa y el helicóptero?
Aunque esta sencilla frase es importante, nos recuerda que Mantén la esperanza y buscando inspiración en la espiritualidad, también debemos tomar medidas concretas y proactivas para lograr nuestras metas. La oración puede fortalecer nuestro espíritu y darnos fuerza para enfrentar los desafíos, pero es un acto de cambio y progreso verdaderamente decidido.
El conocimiento popular Este sabio proverbio nos invita a reflexionar sobre cómo equilibramos nuestras aspiraciones espirituales con nuestras responsabilidades mundanas, y en una sociedad donde a veces prevalece la pasividad o un exceso de optimismo infundado, nos da un llamado a la acción y una motivación para los esfuerzos individuales y colectivos. Sea un participante activo en la creación de nuestro destino combinando fe y trabajo duro.
Entonces, la próxima vez que enfrentemos un desafío o nos esforcemos por lograr una meta, recordemos: «Ora a Dios con un martillo». Este enfoque equilibrado no sólo nos acerca Nuestros sueñospero también nos ayuda a vivir una vida más plena y plena.
Noel Álvarez
Coordinador nacional del movimiento político GENTE
[email protected]
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