Fue el matemático y físico suizo Leonhard Euler quien en el siglo XVIII, para ser precisos en 1736, echó las bases de la Teoría de los Grafos que ahora emplea el historiador conservador británico Niall Ferguson (1964) para escribir uno de sus libros más conocidos: The Square and the Tower, en español La Plaza y la Torre, el papel oculto de las redes en la historia: de los masones a Facebook, publicado en 2018. En este libro Ferguson muestra como la humanidad se ha organizado en dos tipos de sociedades: La jerarquía y las redes. En las elevadas torres ubica a las jerarquías, en tanto que las redes ocupan el espacio llano e igualitario de las plazas.
La teoría de los Grafos y de las Redes
Con el problema de los puentes de Königsberg, dice Wikipedia, inicia la Teoría de los Grafos, el cual consistía en encontrar un camino que recorriera los siete puentes del río Pregel en la ciudad de Königsberg, actualmente Kaliningrado, Rusia, de modo que se recorrieran todos los puentes pasando una sola vez por cada uno de ellos. El trabajo de Leonhard Euler sobre el problema titulado La solución de un problema relativo a la geometría de la posición, es considerado el primer resultado de la teoría de grafos. También se considera uno de los primeros resultados topológicos en geometría (que no depende de ninguna medida). Este ejemplo ilustra la profunda relación entre la teoría de grafos y la topología.
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Luego, en 1847, Gustav Kirchhoff utilizó la teoría de grafos para el análisis de redes eléctricas publicando sus leyes de los circuitos para calcular el voltaje y la corriente en los circuitos eléctricos, conocidas como leyes de Kirchhoff, considerado la primera aplicación de la teoría de grafos a un problema de ingeniería. En 1852, Francis Guthrie planteó el problema de los cuatro colores, el cual afirma que es posible, utilizando solamente cuatro colores, colorear cualquier mapa de países de tal forma que dos países vecinos nunca tengan el mismo color. Este problema, que no fue resuelto hasta un siglo después por Kenneth Appel y Wolfgang Haken en 1976, puede ser considerado como el nacimiento de la teoría de grafos. Al tratar de resolverlo, los matemáticos definieron términos y conceptos teóricos fundamentales de los grafos. A fines de los años 1940 e inicios de los años 1950, agrega Wikipedia, junto con los primeros estudios formales de cliques o camarillas en sociomatrices y de centralidad en sociogramas o radiografías grupales, se introdujo la teoría de grafos como herramienta clave para la sociometría y el análisis de redes sociales. De este modo y como suele ocurrir, entran de manera tardía a las ciencias sociales y humanas los avances de las otras ciencias, las llamadas ciencias duras.
En sociometría, a las matrices de adyacencia se les conoce como sociomatrices, y se utilizan como una forma de notación alternativa y complementaria a los sociogramas. Son además una de las formas de denotar redes sociales para el análisis de redes sociales. El sociograma es una técnica que pretende obtener una radiografía grupal, es decir, busca obtener de manera gráfica, mediante la observación y contextualización, las distintas relaciones entre sujetos que conforman un grupo, poniendo así de manifiesto los lazos de influencia y de preferencia que existen en el mismo. Este tipo de relaciones no son necesariamente formales, en la mayoría de los casos son informales. Una corta definición podría referirse a: «Son gráficos o herramientas empleadas para determinar la sociometría de un espacio social».
Las redes sociales en la historia
Dice Niall Ferguson, prolífico historiador británico y escocés nacido en 1964, que las redes sociales siempre han existido y que hogaño el papel y el lápiz ha sido sustituidos por la computadora y los teléfonos inteligentes. Las tres «revoluciones basadas en redes dice Ferguson han sido: la Reforma protestante de Lutero, la Revolución Científica del siglo XVII de Galileo, Newton y Kepler, y la Ilustración del siglo XVIII de Rousseau, Voltaire, Montesquieu y La Enciclopedia. Si no fuera por la capacidad de la imprenta de Gutenberg para crear una red, las ideas revolucionarias de Martín Lutero podrían haber permanecido desconocidas. Gracias a la amplia difusión de las ideas de Lutero que hizo posible esta tecnología primitiva, se produjo un profundo reajuste de las estructuras de poder en toda Europa.
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La Revolución Americana es otro potente ejemplo del poder de las redes. En los preparativos de la revolución, las redes de comunicación facilitadas por cartas, panfletos e interacciones interpersonales desempeñaron un papel vital en la difusión de las ideas revolucionarias. El examen que Ferguson hace de este episodio refuerza la idea de que las redes menos formales pueden a veces superar jerarquías arraigadas, tales como la Corona Británica.
La revolución digital: Internet y las redes sociales
Internet y las plataformas de medios sociales son las redes más poderosas de la era moderna. Ferguson destaca su enorme potencial para promover el cambio cultural y difundir ideas, al igual que hicieron las redes anteriores. Sin embargo, advierte de algunos de sus posibles inconvenientes, como la difusión de información falsa, la pérdida de privacidad y la susceptibilidad a la manipulación por parte de individuos malintencionados. Nuestras civilizaciones aún están descubriendo los problemas específicos que plantean la omnipresencia y el poder de estas redes. Dos eminentes estudiosos y muy críticos de ellas son el español Ignacio Ramonet (La era del conspiracionismo, Trump, el culto a la mentira y el asalto al Capitolio (2022) y el surcoreano Byung Chul Han (En el enjambre, 2014).
Concentración de poder en Silicón Valley
Ferguson afirma que Silicon Valley es un buen ejemplo de cómo interactúan las redes y las jerarquías. Fundado inicialmente como una red de inventores, Silicón Valley ha evolucionado gradualmente hacia un nuevo tipo de jerarquía de poder en la que un reducido número de gigantes digitales, Google, Amazon, Hewlett-Packard, Nokia, Yahoo, ejercen un control significativo sobre el flujo de información en todo el mundo, y se ha constituido en el presente en el Talón de Aquiles del dragón chino.
La Torre y la Plaza
Veamos lo que dice el escocés autor de La torre y la Plaza: “En torno a 1500, el desarrollo de la imprenta supuso un cambio muy profundo para la difusión de ideas. En poco más de un siglo se multiplicó por diez la publicación de libros y documentos, mientras que su precio se redujo por un factor muy similar. Aquellas tecnologías permitieron desarrollar la reforma protestante, pero lejos de generar un cambio armónico y pacífico, el resultado de las campañas de Lutero fue una mayor polarización y un mayor nivel de conflictividad. También la Ilustración tuvo un impacto muy significativo. Sus ideas viajaron por toda Europa e incluso llegaron a distintos puntos de América y Asia, como muestran las rutas que siguieron las cartas, libros y documentos publicados por los principales pensadores de la época. De aquellas redes nace la modernización política europea, que tampoco fue pacífica, sino que estuvo marcada por importantes choques. Dicho paradigma también inspiró la Revolución Americana y la guerra de las colonias contra Reino Unido. Por tanto, más conectividad y más información no tiene por qué conducirnos a los escenarios utópicos que hasta hace poco soñaban los tecno-optimistas», remarca.
La continua tensión entre la Torre y la Plaza
«Nuestro estudio de la historia, dice Ferguson, suele dejar a un lado la importancia de las redes que surgen de abajo arriba. La ingeniería financiera de la Casa Rothschild, por ejemplo, fue vital para la reorganización política de Europa en los primeros compases del siglo XIX. En la segunda mitad del siglo XX, las redes diplomáticas que construyeron personajes como el Nobel de la Paz Henry Kissinger tuvieron una enorme influencia en el devenir de la política internacional. En términos económicos, ecosistemas empresariales como el que encontramos en Silicón Valley son el resultado de una evolución espontánea, basada en redes que no fueron diseñadas ni controladas desde la torre del poder», explica Ferguson.
Las redes suelen pasarse por alto en los relatos históricos tradicionales, advierte Ferguson. Sin embargo, si se examinan más de cerca, su influencia resulta evidente. Han sido los conductos a través de los cuales han fluido las ideas y la información, catalizando silenciosamente el cambio por debajo de las capas más visibles de las estructuras jerárquicas de poder. Comprender el ritmo y la dinámica de este baile entre la plaza y la torre es esencial para navegar por el futuro. Cualquiera que hogaño desee comprender nuestro complicado mundo en red desde un punto de vista histórico debería leer el libro de Ferguson.
Estas afirmaciones de Ferguson no son enteramente ciertas, pues al otro lado del Canal de La Mancha las redes sociales han sido estudiadas por el eminente historiador francés recién fallecido en 2018 Michel Vovelle, quien hizo pormenorizados estudios de las cofradías y hermandades de la Iglesia Católica en Francia anterior a la Revolución de 1789. Este historiador marxista de la Escuela de Annales estudia las mentalidades colectivas, el proceso descristianizador que sufre Francia en el siglo XVIII, la idea de la muerte, así como las estructuras de solidaridad de base religiosa que son las cofradías y hermandades, solo que Ferguson las llama redes sociales.
Eran, sí, auténticas redes sociales que nos dan a entender la manera en que el catolicismo se hizo religión dominante en el país galo, una influencia que Vovelle ve prolongarse hasta los días actuales.
Mi contacto con Michel Vovelle
Las conductas altruistas y gregarias de los miembros de las hermandades y cofradías caroreñas las examiné valiéndome de los conceptos teóricos del historiador marxista de las mentalidades, el francés Michel Vovelle (1933-2018), quien llama a estas magnificas instituciones creadas por el catolicismo “estructuras de solidaridad de base religiosa.” Su libro Ideologías y mentalidades (1985), que adquirí en Bogotá en 2000, me resultó sumamente útil. Conocida es su frase “del sótano al granero”, es decir pasar del análisis de lo económico-social a las estructuras mentales, de la superestructura. Vovelle afirma que “Entre los gestos de la práctica (asistir a misa, bautizar a los neonatos, inscribirse en una cofradía, adquirir velones y cirios, por ejemplo) y la fidelidad religiosa existe una correlación tosca, por cierto, pero positiva e indiscutible”. Este autor, junto a su hijo Gaby, investiga y analiza miles de testamentos, cuantificando las palabras religiosas empleadas y la manera como el lenguaje de tales documentos se va paulatinamente laicizando, es decir desprendiéndose poco a poco de lo religioso en una Francia que se descristianiza en el siglo XVIII en su segunda mitad. El empleo de la herramienta de la estadística es acá insustituible y que empleo, siguiendo a Vovelle, en mi investigación doctoral sobre el sentimiento religioso en Carora y que mido por las “entradas” a las cofradías año por año, durante cuatro siglos. Apasionante ¿verdad?
Estas cofradías de Carora eren verdaderas redes sociales de alcance ultramarino, pues conseguí adherentes de ellas en la lejana Irlanda, Francia, los distintos países de España, Cuba, Santo Domingo, Reino de Nueva Granada, así como de ciudades venezolanas como Caracas, Maracaibo, Trujillo, San Carlos, Barinas, Coro. Estuve a punto de llamar en 2003 a estas cofradías y hermandades como un auténtico internet barroco, pero sin electricidad, lo que quiere decir que me adelanté a Ferguson y sus redes sociales en casi 20 años.
Las obras más conocidas de Michel Vovelle son Piedad barroca y descristianización en Provenza en el siglo XVIII, Morir ayer, La metamorfosis de la fiesta en Provenza de 1750 a 1820, La muerte en Occidente de 1300 hasta nuestros días, entre otras. Estuve a punto de conocer al maestro Michel Vovelle en Bogotá en 1999, pero la esposa de este investigador temió asistir al Congreso de Historia, puesto que el enfrentamiento armado en Colombia estaba entonces en su apogeo. Unos collares explosivos en el cuello de una mujer espantaron a la consorte de consagrado historiador francés.
Consideraciones finales
He querido destacar que las redes sociales son un fenómeno muy antiguo, rastreable hasta la Baja Edad Media en Europa, y posiblemente antes hasta la Antigüedad. El “descubrimiento” de ellas que hace hogaño Hiall Ferguson no es tal, pues desde la década de 1960 se han venido estudiando las redes sociales en Francia en el seno de la Escuela de Annales, hito historiográfico que en 1929 fundaran Marc Bloch y Lucien Febvre en Estrasburgo. Sobre esta base conceptual y metódica, sobre todo la de Michel Vovelle, fue como redacté mi Tesis Doctoral titulada Iglesia Católica, Cofradías y mentalidad religiosa en Carora, siglos XVI al XIX, Universidad Santa María, Caracas, 2003, que explica o nos hace comprender la manera en que esta heteróclita ciudad del semiárido venezolano se lo conozca como “Ciudad levítica de Venezuela”. Lo novedoso del británico está en que hace una interesante exploración de las redes basándose en la Teoría de los Grafos y Redes para construir una gigantesca obra de casi 600 páginas, que le permite estudiar hasta las desconocidas redes sociales de los espías pro soviéticos de la Universidad de Oxford y las muy eficaces del candidato Donald Trump que lo condujeron al poder en 2016.
Lo otro será que Ferguson es el historiador oficial del liberalismo neoconservador británico, quien lo ha erigido en estrella rutilante del pensamiento neoliberal conservador. Una envidiable plataforma con la y desde la cual hace una apología de las reformas de Margaret Thatcher, el brexit (2016) y una biografía extensa de Henry Kissinger (2015), a lo que debemos agregar: El triunfo del dinero: Cómo las finanzas mueven el mundo, 2009; El Imperio Británico, cómo Gran Bretaña forjó el orden mundial (2011); Civilización, Occidente y el resto (2012); Coloso, auge y decadencia del imperio norteamericano, 2022; Dinero y poder en el mundo moderno, 1700-2000 (2001).
Un nostálgico del imperio británico, lo llamó el gran historiador Eric Hobsbawm. Un neoimperialista, lo laman otros.
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Desde esta remota tribuna venezolana y caroreña, debo terminar diciendo que quiero que se me recuerde como acuñador de la frase “Internet Barroco”, la que empleé y di uso desde el año 2003 en mi Tesis Doctoral que dirigió magistralmente el Dr. Reinaldo Rojas
Luis Eduardo Cortés Riera
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