La historieta es una historia de imágenes imaginadas que se desarrolla por escenas y cada escena en un espacio limitado por las cuatro líneas de un cuadro en donde se va desarrollando un suceso de la historia. En mi niñez, entonces, tuvo una total aceptación por los niños. En cada interior de ellos va transcurriendo el desarrollo de la historia. El suceso se desarrolla en tantos cuadros o escenas según la necesidad. La radio inicialmente y luego la televisión suplieron con sus espacios este modo de narrar, de esta manera desaparece la historieta. La continuidad sucesiva de los cuadros o escenas seguía el mismo orden de la escritura, y conformaban en total toda la narración.
La historieta asume el mismo valor de la escritura, sólo que la escritura, en el caso de la historieta, se desarrolla en imágenes gráficas. La historieta entonces ocupaba la demanda que hoy tiene la televisión. De modo que la imagen sigue siendo imagen; La imagen de la historieta, la imagen de la televisión; la imagen de la historieta es fija, no se mueve; la imagen de la televisión la anima el movimiento.
Cuando un niño, de pueblo, lee historietas, lo hace porque no tiene otro medio que alimente sus deseos de diversión; un niño ve televisión e ignora que en otros días pasados se leían historietas. Las innovaciones siempre ofrecen sus novedades. Para los habitantes de otro tiempo, la historieta fue la novedad, hoy nadie la recuerda. De igual modo cualquier novedad de hoy ya mañana nadie la recordará. Somos inconsistentes ante las novedades que el momento ofrece.
Allá por los días en los cuales la historieta reinaba como lectura no había televisión. La televisión ha dejado de ser novedad y no será extraño que alguna novedad mañana la desplace. En síntesis este recorrido ¿histórico? Sin ninguna trascendencia revela que estas situaciones suelen darse y que ante ella debemos ocuparnos de darle solución. Ustedes tienen ahora la posibilidad de discernir situaciones como la que vengo narrando. Como decía Oscar Yanes: ¡así son las cosas!