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En primer lugar, y ya que nos acercamos a la Navidad, me dio una idea de los días en los que volvería la diversión y la alegría. recuerdos de navidadme dio la oportunidad de disfrutar este tiempo y la alegría de despertar la belleza creativa de los valores eternos que la humanidad reivindica como herencia de la vida y que las personas dedican con las flores del amor escritas con orgullo en el libro de Navidad. música. Ellos son quienes tienen el poder suficiente para fertilizar el espacio y el tiempo, y quienes tienen la cualidad divina de lo duradera que es la Navidad a este tiempo transitorio.
La vida me dio la alegría de nacer en este hermoso mundo donde el sol y las estrellas flotan al aire libre. la gracia de diosNací en una tierra de montañas y ríos coloridos, mares profundos, costas y playas maravillosas, para escuchar la garganta del turpial que mágicamente se aclaraba sobre la dulzura de los juncos. Aprendí a amar la madre tierra, disfrutarla y saborear la música hermosa en todos los sentidos, ella me dio confianza, libertad, me dio un hogar donde fui muy feliz desde niño, me dio a mis padres, a’lo escuelas, maestros. Esto me lo enseñaron los sabios que me enseñaron a mirar con valentía desde las alturas hasta las profundidades. Por la fe alcanzamos el infinito que nos une a la realidad.He aprendido que no existen diques de pensamiento ni esperanza de que todas las cumbres se alcancen por voluntad propia. Desde muy pequeña aprendí a observar la distancia infinita donde se abre la insaciable inmortalidad del ocaso, aprendí a comprender la noche dormida, el Padre Celestial me dio la vida, la Madre Divina, los ángeles guardianes, ella también me enseñó. Conocer mis deberes y derechos me dio la alegría de obtener la mejor respuesta al trabajo, la determinación y el esfuerzo.
De niña, el Himno Nacional fue la primera canción que hizo que mi alma brillara como una flor.la vida me dio saludmis buenos padres, mis hermanos, mis abuelos, mis nietos, mis sobrinos, la hermosa tierra que me vio nacer y la bendición de la tierra de Venezuela, donde pasé la mayor parte de mi vida y aprendí a amar como propia, me dio un hogar, marido, hijos, hogar, amor, respeto, dificultades, pan, miles de maneras de viajar, libros, aprendizajes, alegrías, el sonido de la lluvia y el viento, el sonido de los pájaros, que me daban el placer de los viajes y hasta lugares blancos. flores de invierno Esparcen su polvo sobre el paisaje como el brillo del cielo…
Aprendí a pintar el pan de vida con letras.me dio el trigo que abre los caminos de la paz, conocí el cambio de tiempo y de la lluvia, me dio la alegría de los niños riendo, compartiendo, disfrutando y agradeciendo al cielo por cada día vivido. Aprendí a ver las estrellas escondidas en la profundidad de mis cuatro soles, que hoy llenaron mi corazón de bendiciones, me dieron un hijo, hoy es mi dulce amor de invierno.
Ahora voy paso a paso con la lentitud del tiempo, mi memoria sigue viva, las cosechas que dejo en el campo de las letras son muy verdes. Sigo en la acogedora y tranquila casita donde me encuentro, con mis perros, gatos y el susurro de mis raíces. Todavía estoy en esta parte del mundo. Entre las cosas comunes que me acompañan están: agua, pan, un cántaro, mis libros, unas rosas, y la bendición de quedarme aquí, donde veo como todas las noches caen las estrellas del cielo…
Amanda Niño P.
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