“Es lo que hacemos todos los días, por eso
… La grandeza no es un acto, sino un hábito”.
«Si los ciudadanos se hacen amigos entre sí,
…no necesitan justicia.»
Aristóteles
«Su recuerdo es algo que quiero olvidar,
…y olvidar, quiero recordar.
Anónimo
¿Qué hace hombre a un hombre?…dicen, sería una decisión, pero no de cómo empezar la obra, sino de cómo decidir terminarla. Aristóteles, Recuerdo que era el guachimán del edificio, cuando llegaba a casa, claro, tenía que saludar. Pasaron los años y él siempre se mantuvo firme en su santuario. Imágenes distraídas, risas culpables, portadoras de cierto misterio inexplorado.
Hace unos días lo vi alimentando a unos gatitos callejeros. Daba la impresión de no tener mucha academia., al mismo tiempo, con un alto sentido de responsabilidad, obligación y rectitud. De hecho, reconocía a cada transeúnte con el que pasaba, sonreía e irradiaba paz como un cañón. Giró mucho en torno a esa postura tensa, volátil pero dominante, nada teatral y muy positiva. Mucho ha surgido de sensibilidades campesinas, no tan fértiles o tangibles, tipos urbanos elevados o breviario urbano.
Luego, cuando estaba con los bebés, me acerqué silenciosamente a ella y comencé la conversación sin hacerle saber que era para preguntarle sobre su patria, familia, vida, etc. Lo que se puede descubrir es un foso de satisfacción infinita que ha surgido dentro de él. expresión y un brillante hilo de tranquilidad colgaba como una hamaca en sus ojos.
¿¿Cuál es mi filósofo favorito?? – dije con tal acercamiento, sin saber que decir. Me respondió con firmeza ¡cuanto más se pueda!… Seguimos abreviando frases para silenciar este despropósito. A cada uno de mis halagos recibió una respuesta simple pero decisiva.
¡Cansado del intercambio sin rumbo, puso su mano en mi hombro y gritó!voy a salir! Fue en este punto que terminé su mensaje. Intenté resaltar que la última etapa se vivió al lado del exterior.
- Adiós en silencio
Al día siguiente fui a su caseta de vigilancia como siempre y no lo encontré, lo que me hizo sentir mal. Crucé el portal y busqué en el jardín. Al fondo vi su imagen en la pared donde estaba terminado el patio. No se movía, estaba triste, no podía respirar. La descarga envió una descarga eléctrica a través de mi cuerpo. Aristóteles hizo una súplica final, como un rito fatal, en un trozo de papel que tenía en la palma de la mano y yo lo leí. ««No puedes llegar allí hasta que lo pierdas todo».; Un aire angosto atravesó su cuerpo fantasmal, su alma parecía mezclarse con una tormenta, y entonces comprendí. Era un verdadero hombre de un mundo desesperado. Muere y sólo queda el silencio y el desprecio por el olvido…
MAFC