«Nadie es tan esclavo como quien se cree libre sin serlo».
— Johann Wolfgang von Goethe
Tal cual una bruja, el coronel jura ser un legeremante. Séptimo Masquer el coronel psicópata, llega a cada agenda en la mesa oval o mesa de la infamia, con su patológico sesgo de confirmación; altanero e inquisitivo; deben decirle quien le suministra información a los medios; ¿Quién lo expone?; ¿Cómo se enteran las redes?. De los presentes quién lo graba no le importa dice, pero le aterra, lo incomoda y lo hace estallar en cólera; ¿Quién lo vende? , ¿Quién lo traiciona?, ¿Quién es el osado en entregarlo? Los análisis que hace lo ensoberbecen al punto del encabritamiento licantrópico y los monos voladores jalabolas deben aguantarse genuflexos el castigo postural y el aguacero del
narcisista.
Entonces inquiriendo de ella, acude a Macu, la cauchera, la mujer del policía, una de sus gerentes o una de las chicas de su monasterio, que es precisamente quien maneja la sala situacional. Pero Macu, está ensimismada en su juguete, el celular que Masquer le regaló, para que envíe falsos partes al nivel central. Macu, tiene inteligencia límite y poco le importa de cómo Masquer la usa como una cosa, como un coroto, como a un trapo de cocina.
Macu, no obstante su inteligencia límite, también tiene metidas las manos en las extorsiones y las corrupciones internas, por lo que ha hecho alianza con “el palero” que sustituyó a uno de los obesos. “Las personas con Inteligencia Límite o Funcionamiento Intelectual Límite se caracterizan por tener un IQ situado entre 70 y 85, siendo la media entre 85 y 115, justo por debajo de lo que considera la OMS dentro de la normalidad. La Inteligencia Límite es una forma de funcionamiento intelectual. Tiene que ver con la capacidad cognitiva, con dificultades en el aprendizaje y con el modo en el que se procesa la información. Depende tanto de la persona como de las barreras y dificultades que presente el entorno en el que se desarrolla”.
La tropa de los necios o los monos voladores jalabolas seguidores de esta bruja malvada, o sea de Séptimo Masquer el coronel psicópata, no tienen dignidad. Como babiecas y bufones asienten a todo lo que el militar nunca más graduado les impone. El circunstancial jefe al que han vendido su alma, los ve como torpes enclenques mentales a los que él maneja cuales marionetas. Circunstancia de lo que estos “monos” se aprovechan para también extorsionar y meterse en la pomada de la corrupción. Todos conveniente y acomodaticiamente, velando por sus propios intereses permanecen al lado de Masquer, cohonestando los delitos que se cometen en la institución. Entonces Masquer se sale con las suyas, materializando sus planes depredadores.
Séptimo Masquer, un infeliz remedo patético de telépata. A veces algunos de estos monos jalabolas asoman un leve despertar y se percatan estupefactos de la osadía de este felón militar, de rastrearlos o pesquisarlos, invadiendo sus espacios personales y privados en desespero por saber cómo se escapa y se filtra la información. Pero no hay mayor esclavo que aquel que no quiere ser liberado. Masquer quiere incluso controlarles los pensamientos y leerles las mentes. El coronel psicópata jura que es un legeremante. ¿Pero qué otra cosa puede esperarse de un tipejo así, de un felón que trafica con la hipocresía? Sino, de menospreciar a todos, incluso a sus esclavos, correveidiles y creerse superior a todos ellos. Recordemos que Masque hizo en Colombia un pacto satánico por dinero, y que él mismo piense o esté convencido de que puede leerle la mente a sus víctimas, es realmente un desquicio del ocultismo y el satanismo.
Séptimo Masquer no es ni telépata, ni legeremante, ni mucho menos psicólogo. Pero argumenta que no cree en los psicólogos y que él sabe más de esta disciplina científica que un graduado universitario en psicología. Recordemos que el coronel psicópata sufre del sesgo cognitivo Dunning Kruger. Por otra parte, los psicólogos están capacitados para leer aspectos relativos a la comunicación no verbal, algo que, en realidad, puede hacer también la gran mayoría con mayor o menor acierto. Porque las personas damos pistas de lo que hay en nuestra mente a través de los gestos, movimientos, miradas, tono de voz, entre múltiples singularidades; pero en el caso del coronel Séptimo Masquer, él no es ningún telépata ni ningún legeremante, sino que esos son episodios psicóticos que él experimenta cuando entra en desesperación. Se trata de otro ardid de sus modos de manipulación y control, para engatusar a incautos y a los adormecidos de conciencia. Si Masquer no fuera psicópata, diría con toda propiedad que está loco. Pero no está loco, él tiene conciencia cognitiva, pero no tiene conciencia moral. Por tanto es imputable penalmente. Hay que apuntar que una persona puede experimentar psicosis sin que nunca se le diagnostique esquizofrenia o cualquier otro trastorno mental. Masquer no tiene trastornos mentales, sino trastornos de la personalidad.
El egocentrismo, es la tendencia a centrar la atención en los propios intereses y necesidades, sin prestar consideración al punto de vista y a los intereses de los demás. Así es este militar Séptimo Masquer el coronel psicópata, que haciendo gala de su narcisismo, llega cada semana, ensoberbecido a presidir la reunión oval, mientras el hedor de las heces y del orín de la letrina ad hoc se filtra en el ambiente. Masquer solo se escucha a sí mismo, por muy puntual que sea su interlocutor, el coronel psicópata ya trae sus propios pareceres y conclusiones. Su sesgo de confirmación está perturbado igual que su mente por su trastorno disocial de la personalidad.
“El sesgo de confirmación es la tendencia a buscar o interpretar información que respalde exclusivamente nuestras creencias, expectativas o hipótesis preexistentes, descartando las de los demás”. “Se trata de un prejuicio cognitivo que nos incita a estar de acuerdo únicamente con nuestras creencias , sin tomar en cuenta la de los otros”.
Los interlocutores de Masquer, piensan que él los está escuchando, y craso error, él solo se escucha a sí mismo y habla de sí mismo, sus pensamientos planifican escenarios maléficos, criminales y perversos, para su beneficio personal, en perjuicio de los clientes internos y de los clientes externos de la institución. Séptimo Masquer el coronel psicópata habla mucho de sí mismo, halagándose a sí mismo y no ha establecido un límite claro entre él y su entorno, pues está convencido de que sólo existe él y los demás están para ser sus serviles. Su personalidad narcisista le impide entender que no es el centro ni el ombligo del mundo. Pero lo más crucial es que Séptimo Masquer se cree un legeremante. Un depredador psicológico que puede ahondar en las mentes de sus víctimas, hurgarlas y leerlas. Quien no conozca la diferencia, entre la psicopatía y la locura, diría que Masquer está loco. Lo que pasa es que este coronel es un psicópata experimentado.
Frente a la legeremancia la oclumancia. Entonces, el coronel elucubra que es un legeremante. Esto significa que él está convencido que no solo puede ver en y dentro de la mente de otra persona, sino que puede analizarla, absorber emociones, sentimientos, pensamientos, recuerdos, y examinarlos para averiguar lo que una persona está pensando. ¡Vaya fraude! Como fraudulento es su título de doctor. Este Coronel felón, es realmente una desgracia para la sociedad y para la institución que tiene parasitada. Sabemos
que no está loco, sino que es un psicópata, una persona que sabe lo que es el mal y decide hacer el mal, es por tanto imputable penalmente y llegará el momento que le pondrán los ganchos en la tierra o en el infierno y el bruxismo lo asaltará, Lucas 13:28. Mateo 8:12.
Séptimo Masquer es más bien un minusválido emocional. El Coronel psicópata, está convencido de que la sociedad, los usuarios y todos los que tengan según él, «el extraordinario privilegio» de acceder a su deidad, al coronel licántropo; le deben pleitesía. Que los trabajadores y empleados son de su pertenencia, que son de su propiedad porque él es superior, que él es la estrella de la empresa, que nadie puede opinar nada, ni divulgar nada de sus maníacas y delincuenciales agendas. Séptimo Masquer está convencido de ser el dueño y señor de las mentes de los que trabajan en la institución y de quienes la procuran como usuarios y si pudiera cual Nerón, en una expresión del tirano, quien con un alma dañada expresó “si tuvieran una sola cabeza se las cortaría de un cuajo”. Pero Masquer necesita combustible para alimentar su narcisismo, y entonces se quedaría sin súbditos que genuflexos y arrastrados le rindieran pleitesía y lisonjas. Por su falta de empatía, por su incapacidad de ponerse en lugar de los demás , Séptimo Masquer es un minusválido emocional.
Además este psicópata coronel, es un incubo. Por sus perversiones sexuales y su conocida licantropía, se le puede equiparar a Asmodeus. Es cuestión de encender las balizas para protegerse del personaje. Él se cree listísimo y que se las sabe de todas, todas. Nadie según su parecer puede superarlo en inteligencia y habilidades, por ser un portentoso depredador social.
Y ahora que le han modificado sus modos de corruptelas, pues gerentes de otras instituciones se ocupan de sus usuarios naturales, entonces el coronel psicópata se ha reinventado y ha puesto en marcha una reingeniería de la corrupción. Ahora las coimas que otros pensaron que dejaría de percibir producto de los chantajes y extorsiones y de la infinidad de vueltas que le da el coronel psicópata, narcisista, licántropo y voyerista, al giro legal de la institución, para hacerse de fortunas junto a Chabela y a sus otros monos voladores cómplices y criminales; este truhan se ha renovado satánicamente.
Por lo que Masquer ha impuesto una espiral inflacionaria, y ha reajustado el matraqueo y las marañas, para no registrar pérdidas en la red de corrupción. Y estos matraqueos siguen siendo las extorsiones a los usuarios que permanecen, y a los que vienen de otras instituciones a quienes les ponen el ojo, porque en ese antro liderado por el coronel psicópata, el funcionario corrupto que menos puja, puja una lombriz. Y las marañas no son cualquier nimia ganancia, ¡no!, se trata de la sistematización de la corrupción en la que estos “compadres” se conocen todas las grietas por donde socavar la empresa y hacerse de grandes sumas de dólares a costa de una imagen vapuleada y tristemente cagada de una empresa social cuyas invirtudes ahora desesperan toda vez que los productos que abastecen a la sociedad están más podridos, más dañados y cada día son alarmantes las denuncias sobre los delitos que perpetran, por las astucias criminales que absorbieron en la empresa que debía garantizar pureza y calidad, pero que entrega podredumbre y bandidaje, inmoralidad, vicio, depravación, corrupción, pecado y desenfreno.
La peor maldición que le cayó a la institución ha sido la corrupta gestión de este coronel psicópata Séptimo Masquer, el malandro verde que jamás se graduará ni llegará a General, por vías honestas. Seguramente le tienen apartada en el infierno una paila VIP, para él y para su adúltera barragana de turno y a Chuchín. Ahora mismo Masquer se siente en su salsa, hasta que arda en la zarza del averno. Recuerda que eres mortal y que nada te llevarás al morir, excepto tu banco de pecados y tus ofensas a Dios, por lo que deberás dar cuenta.
El coronel psicópata Séptimo Masquer es una sarna. Los sistemas de justicia y las leyes diseñadas para garantizarles la libertad a los inocentes, se ven burladas en sus programaciones filosóficas por quienes siendo azotes sociales e institucionales, conocidamente culpables y criminales, aberraciones inicuas; aprovechándose de lo que está concebido para gente decente y honorable; izan banderas de libertad y la sociedad sigue siendo burlada y los burladores siguen cometiendo fechorías y la justicia de la ley se convierte en injusticia para la sociedad. Dejar la lepra que siga proliferando y el cáncer tomando raigambre, es la putrefacción de los sistemas infiltrados por la escoria social. Y así las ratas humanas se ríen de la uniformidad. Se presentan luciendo una neo-libertad, con sonrisas de triunfo llenas de maldad, unas verdaderas morisquetas. Entonces, podemos hablar de las escorias en libertad y del coronel sarna.
Y para que comprendan cómo la tropa de los necios, conocidos como los monos voladores jalabolas, experimentan orgasmos mentales y están contentos y se sienten elogiados con ser los soplones, los sapos, esclavos, serviles, correveidiles, adláteres de Séptimo Masquer el coronel psicópata, cierro con un pensamiento Nicolás Maquiavelo de su obra El Príncipe.
«Los esclavos voluntarios siempre se sentirán
incómodos cuando alguien intente liberarlos».
Nicolás Maquiavelo.